O palacio, o sindicato
Desde Sevilla. No se puede inaugurar, como ha hecho UGT en Extremadura, un palacio de casi 3 millones de euros, y despedir a los tres meses a más de un tercio de sus propios trabajadores, “porque están disminuyendo los ingresos”.
Porque parte del aspecto moral, e incluso chusco, de eliminar de ese modo a los trabajadores a los que debiera defender, es obvio que cada vez tendrá menos credibilidad e ingresos por parte de los trabajadores, e incluso por parte de un Gobierno que no sea tonto, pues con ese burdo comportamiento, no le será tampoco útil a él. De modo que las alternativas son: o vender el palacio y reparar en lo posible el desastre organizado, o malvender a los trabajadores y autoeliminarse más pronto que tarde, si no por vergüenza, por sinvergüenza y estúpido. No ha aprendido nada de otras asociaciones extremeñas “en defensa de los de abajo”, que se han hundido tras traicionarlos, llegando una de ellas incluso a venderse al partido Patronal.
Antonio Caballero Garrido