Nunca le arrebatarán sus razones

Le pido al taxista que cambie de emisora de radio y, cosa extraña, acepta sin rechistar. Parece que también está cansado de escuchar la cantinela que confunde cosas tan distintas como crecimiento y desarrollo.

    09 mar 2012 / 15:43 H.

    Tiene su “sentido común” para justificar una reforma laboral que ya está cosechando sus méritos: están despidiendo a los empleados menores de 30 años para recontratarlos a los pocos días y percibir con la faena los 3.000 euros que en su montante global contradicen la reducción del déficit público en injusto tiempo récord. El taxista mueve el dial hasta que le pido que lo detenga porque conozco la voz que se escucha, aunque llevo ocho años sin oírla en persona. Una de las voces más ilustres de las que ha dado Torredelcampo, capaz de acabar con la atonía con la que el taxista lleva la radio puesta. El taxista reconoce que no cae en el error común de pensar que lo que va bien para si mismo, va bien para todos, y comparte con Genma Nierga, conductora del programa de la SER, que la voz reconocida ha estado brillante en sus intervenciones. Lo dicen radioyentes que llaman desde las geografías de España, y Canal Sur Televisión gana los adictos inteligentes que no logran sus programadores. La voz triunfante es la del periodista vocacional Juan Armenteros, el redactor de Diario JAEN que pilló infraganti al delegado de Salud cuando tiraba bolsas de basura en una cuneta. Armenteros pertenece al reducido género de los que anteponen los intereses colectivos a los personales, persigue la implantación social de la Justicia, está poseído por un pensamiento generoso, tal vez ingenuo sobre las posibilidades de lograr un mundo mejor, y coincide con el filósofo griego: el movimiento se demuestra andando. Desde su confección de la verdad, labora sobre el terreno que pisa, pensando en lo mejor para el grupo más cercano, el de la empresa para la que trabaja, la Radiotelevisión de Andalucía, un ente público que mejorándolo aportaría cultura y desarrollo a la sociedad andaluza. En el agradable sonido torrecampeño y en el tono elegante de Armenteros concibo su discrepancia con la inteligente Simone Weil cuando dice que “vivimos una época sin porvenir, la espera de lo que vendrá ya no es de esperanza, sino de angustia”. Ella lo escribió en 1934, pero el miedo continúa siendo la principal arma conservadora. Armenteros, que tiene probado su inadaptación a ese entorno, cree en un futuro sin congojas, pero también que no vendrá quedándose sentado en una cómoda silla, tumbado en esa bartola de los que creen que estando ellos bien es suficiente, sino combatiendo el temor social que nos inunda con la esperanza que el taxista percibe cuando lo oye hablar con Genma Nierga. Como a cualquier persona con ilusión, podrán negarle la victoria, pero nunca le arrebatarán sus razones.  J.J. Fernández Trevijano es periodista