Nuevo curso político
La reforma de la Constitución con el objetivo de garantizar la estabilidad presupuestaria ha iniciado el camino de su tramitación en el Congreso. Zapatero y Rajoy han tenido que entenderse. La urgencia y la gravedad de la situación han conseguido lo que hasta hace bien poco era un imposible. Ha comenzado un nuevo curso político.
Las diferencias entre el presidente del Gobierno y el candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, no han hecho más que empezar. “Yo no lo hubiera hecho así”, ha dicho el exvicepresidente. “Sé lo difícil que ha sido esto para Alfredo”, declaraba el todavía secretario general del PSOE. Los tiempos en la política, como las metáforas en la literatura, como la espuma de los días en la propia vida, cambian hasta hacerse irreconocibles. El calendario ha arrancado ya la página de agosto. Hoy, jueves, empieza la de septiembre. Ya no queda tan lejos la fecha del veinte de noviembre; día señalado para la cita con las urnas. Los dos partidos perfilan la letra mayúscula y la letra minúscula de sus programas. Habrá que leer, con más atención, el contenido de los párrafos. El partido de la derecha, por fin, deberá concretar propuestas y soluciones. La hora de la verdad ha llegado. Los ciudadanos tienen que saber qué piensa hacer el PP en los diversos campos, desde la sanidad a la educación, si, como todo hace indicar, llega a la Moncloa. Las vaguedades y las ambigüedades ya no sirven. Son las realidades las que deben hacerse manifiestas en la semántica de la sintaxis. Las figuras estilísticas hay que dejarlas para la tribuna de los oradores. Para los debates. Y, si se quiere, para los mítines. La gente pide, en estos momentos, remedios. Y las pequeñas empresas, créditos, para salir de la tempestad. Los dos partidos tienen que llegar a acuerdos en los grandes asuntos públicos. El PP defiende la reforma de la Enseñanza Secundaria. Propone un Bachillerato de tres años en lugar de los dos del actual modelo. No parece mala idea. Para ello tendrán que reducir un curso la ESO. Aumentar el número de años de permanencia en los institutos sería un grave error. La Enseñanza Media y la Universidad lo que necesitan es planes de estudios que estén enfocados a un nuevo modelo productivo, con la formación y el conocimiento enfocados a la innovación. Desde la Filología a las Matemáticas. Un profesorado motivado y reconocido es un hecho indispensable. Un nuevo sistema de selección del mismo debe constituir una prioridad. Ya lo decía Licurgo: “El primer objetivo del legislador debe ser la educación”. ¿Pensarán lo mismo los liliputienses?
Manuel Peñalver es catedrático de Universidad