Nuestros valores se han transformado
Desde Andújar. Nuestros valores se han transformado y nuestra sociedad se encuentra al filo de la quiebra, porque hemos situado el tener por encima del ser. La realidad económica presente no es sólo responsabilidad de los que nos han dirigido, somos coautores de esta desastrosa situación. Hemos comprado lo que no necesitábamos, pagando con un dinero que no teníamos. Las administraciones han derrochado el dinero que no tenían, endeudando a las instituciones estatales y autonómicas e hipotecando el futuro de las nuevas generaciones.
Las empresas, tanto públicas como privadas sostuvieron impúdicos beneficios anuales sobre una economía fingida e ilógica. Para colmo, los artífices de estos engaños pavorosos, miembros relevantes de los consejos financieros, blindan sus sueldos y pensiones sin ningún tipo de honestidad. El fraude fiscal, no sólo a nivel de grandes capitales sino en toda la población, ha hecho que nos sintiéramos titanes por engañar a Hacienda y aún no hemos asimilado que Hacienda somos todos los españoles y que de su buena gestión depende el bienestar de todos los ciudadanos.
Nuestro desinterés por la participación política ha hecho que consintamos que una gran mayoría de nuestros representantes políticos hayan actuado de forma irresponsable en las labores que se les encomendaron. El poder que les confirió el pueblo, ha sido utilizado para hacer de la política una profesión al servicio de ellos y no al servicio de la comunidad. La justicia ha sido en gran medida, manipulada por intereses económicos y políticos. La falta de independencia en este poder, ha hecho que una gran mayoría de españoles, duden y critiquen las actuaciones judiciales. La justicia debe ser igual para todos, sin privilegios ni aforamientos, insisto, todos somos iguales ante la ley.
Para salir de este escenario tan trágico para una gran mayoría de españoles, son necesarias políticas de ahorro muy estrictas e inteligentes, buscando un equilibrio en los recortes y evitando que siempre padezcan los más débiles. Los hábitos que hemos ido adquiriendo, debido al exceso de consumismo y al afán de poseer, cambiarán y nos adaptaremos a una forma de vida más austera y razonable, según las posibilidades que tengamos cada uno.
Los partidos políticos deben trabajar conjuntamente para que podamos salir de esta dificilísima situación. Los hipócritas que se resisten a esta realidad no nos sacarán de la crisis, lo haremos cada uno de los españoles que conservamos aún nuestro trabajo, trabajando, como se ha hecho siempre para crear riqueza y puestos de trabajo.
Debemos prescindir de gastos innecesarios y de sueldos inasumibles. Es inaceptable que nuestros políticos y gobernantes fijen sus sueldos siempre al alza, con la escusa demagógica, de que son los más bajos de la Unión Europea, sin tener en cuenta que los salarios de los trabajadores españoles son los más bajos de este entorno y los precios de los productos e impuestos, son equiparables al resto de Europa. ¡Señores políticos, hay que dar ejemplo a la ciudadanía!
Hay que poner fin a esas millonarias subvenciones a partidos políticos y sindicatos, estos deben autogestionarse, de la misma forma que hacen el resto de países de nuestra zona. Se debe acabar con tantos cargos innecesarios en las administraciones (estatales y autonómicas), consulados, embajadas, eliminación de coches oficiales y dietas abusivas, que lo único que generan son excesivos gastos e ínfimos beneficios. En definitiva, si se hiciera de forma sensata, esta política de austeridad con el apoyo conjunto de todas las fuerzas políticas, sin ningún tipo de demagogia, ni prerrogativas “tirando todos del carro” y fiscalizando todo de forma exigente y responsable, “otro gallo nos cantaría”.
Con todos estos miles de millones mal invertidos y recuperados para las arcas públicas, se podrían crear muchos puestos de trabajo para nuestros jóvenes —futuro de nuestro país— que se nos marchan a otras naciones, después de haber invertido en su formación, para que los beneficios obtenidos se queden en esos países. Es vergonzoso que toleremos esta huida de cerebros y personas cualificadas. Apostemos por nuestros jóvenes, exijamos de forma drástica y a la vez razonada más apoyo a la investigación. Dejémonos de falacias, ilusiones vanas y volvamos a la realidad. José Ramón Talero Islán