Novillos “de traca” en Castellar

Traca de Badía en Castellar. Además, de las gordas. Novillos tan grandes que parecían toros. Hacía falta mucho oficio para estar delante y pegarle muletazos en un festival sin picadores. La tarde tuvo emoción porque los erales parecían cuatreños. Cuánto echaron de menos los espadas al picador. Por eso, la cosa iba más de oficio que de arte. Se trataba de lidiar bien antes que de componer. Para esta guerra, el mejor “soldado” es David Gil.

17 ago 2014 / 22:00 H.

Este lleva ya muchas “tracas” y oficio no le falta. En Perú ha lidiado lo que le han querido echar. Por eso, ayer dio una gran lección. A su primero lo paró con poder. Le bajó las manos para agarrarlo bien y, con la franela, empezó con las dos rodillas en tierra con muletazos por bajo que trataban de sustituir al del castoreño. Dio series con mando con la derecha y unos ayudados con la izquierda. La cosa no estaba para naturales. Acabó con manoletinas. Le costó matarlo y perdió los trofeos. El cuarto fue el mejor. Era un toro y estaba bien hecho. David Gil, otra vez, con las dos rodillas en tierra cargado de valor y de poder. Lo toreó en redondo hasta que lo paró para hacerle desplantes toreros y hasta tocarle los pitones. Gil tiene mando. La faena estuvo muy medida, pero alargarla más hubiera conllevado más complicaciones. Esta vez, sí que lo mató bien. Logró las dos orejas y el rabo. A Adrián de Torres parece que no le importa volar de pitón a pitón cuando la cosa está fea. Eso antes que cambiar su concepto, algo que lo engrandece. Al segundo de la tarde lo recibió a pies juntos a la verónica y lo remató con una buena media. Empezó suave con la franela llevándolo a los medios con gusto. Lo intentó torear despacio, algo que sonaba utópico con una animal de envergadura y sin picar. Por eso, le enganchó varias veces y, al final, le dio dos volteretas. Quizá mejor en la media distancia que con tanta cercanía, pero un concepto es un concepto. Adrián de Torres es fiel a su religión. El quinto fue muy complicado. Reservón con el capote y desagradable en la muleta. Embestía a media altura y sacaba la cara por encima del estaquillador. Y cuando los astados quieren ver por arriba de la muleta, malo porque es señal de que no se conforman con ella. Adrián se quedó y le pegó otra voltereta. Con dos gañafones, le destrozó el pantalón campero. No había animal para más. Nacho Rodríguez es joven, pero tiene oficio. Supo estar delante y matar sus dos reses, que tiene mérito porque no era sencillo. Muletazos de uno en uno perdiéndole pasos a los novillos y aseado con los aceros. Logró un trofeo en cada uno. Fue un festival muy exigente solo apto para gente con oficio. La novillada de Hermanos Badía no era poca cosa.