27 oct 2015 / 12:13 H.
En Fuengirola, ella tenía treinta y seis años, la misma edad de su asesino. Treinta y ocho años, cuatro más que su asesino, Ponte Sampaio (Pontevedra). Treinta y cinco, un año menos que su asesino, Santa Cruz de Tenerife. En menos de cuarenta y ocho horas estas tres treintañeras han sido asesinadas en España por quienes, al parecer, un día las quisieron. Y no pasa nada. Hombres que matan a mujeres. Asesinos. A una de ellas el juez le había denegado orden de protección una semana antes de que la mataran. Ella había denunciado varias veces por maltrato al agresor, también recibía apoyo psicológico a víctimas de violencia de género pero la justicia consideró que no existía riesgo suficiente. Se equivocó y ahora está muerta. Y no pasa nada. Esto ocurre en nuestro país a la vez que en la Audiencia Provincial de Murcia otro juez, Augusto Morales, dice que rociar a la esposa con gasolina no implica querer matarla. Ocurre en el domicilio de ella. El marido está quebrantando orden de alejamiento. No implica, dice el señor juez. Si ella ha salvado la vida no ha sido, desde luego, gracias a este magistrado. Esa es la realidad actual de la violencia de género en nuestro país. Por eso, desde hace meses se está organizando una gran marcha nacional contra las violencias machistas. No es cuestión de partidos ni sindicatos. Convoca el Movimiento Feminista a toda la sociedad. Es el momento de decir de qué lado estamos. En un bando están los asesinos. El resto estamos en el otro. Mil trescientas setenta y seis mujeres han sido asesinadas por violencia machista en España en los últimos veinte años. ¿Cuántas más hacen falta para que se hable de ellas en los debates electorales? ¿Por qué no está en la agenda política la igualdad y acabar con la violencia de género? Solucionar estos problemas debe ser cuestión de Estado. “Medio millón de mujeres indecisas decidirán quien será presidente” era la portada de un diario nacional el otro día. Muchas de ellas estaremos en Madrid el sábado 7 de noviembre. A los partidos políticos no les conviene obviarnos. #Yovoy7N ¿y tú qué?