Nos siguen mintiendo

Se les ve el plumero. Descaradamente. No es un espectro. Hace años que vengo denunciando en esta columna (que es eco de una conciencia con voz colectiva), que los grandes señores del mercado se han hecho con el gobierno de los gobiernos.

    10 ago 2011 / 08:55 H.

    Situación que los políticos encubren y manipulan para que sigamos confiando en las instituciones del Estado y en sus partidos como garantes de la inviolabilidad de la democracia, la libertad y otras patrañas. Símbolos que protegen el engaño. Pero ya entendemos a qué se refieren. Ya sabemos qué y a quiénes ocultan tras el merengue de la demagogia.  Si el martillo de la mentira es golpeado con insistencia en los medios de comunicación, si el machaque está programado con mecanismo de bucle, llega un momento en que la mentira parece verdad. Dejémonos de remilgos místicos. El desahucio de 240.000 familias, el auge del hambre en Cataluña y el cierre de centros de salud, miles de Pymes chapadas son reales. Nos mienten cuando dicen que la pérdida de empleo está en el mercado de trabajo (sigo a Juan Torres, catedrático de Economía en Sevilla), “está en el modelo de crecimiento, en la incapacidad de las pequeñas empresas de competir con las grandes, que operan en los mercados globales, en la falta de formación y en la escasez de capital social para dinamizar la formación y la innovación y que permita competir por una vía diferente a la de abaratar la mano de obra”, lo que lleva a la pérdida de demanda. Nos engañan con las pensiones esgrimiendo razones de desequilibrio demográfico, pero callan las vías reales para incrementar la productividad y los ingresos del sistema. Son muchas voces las que avisaban hace años de que los grandes grupos de poder financiero podían llegar a cambiar las constituciones de los países democráticos. Parecía una gansada. Pero hete aquí que el Gobierno italiano, atizado por el BCE y los mercados, ya tiene preparado un borrador (que aceptarán sin duda los agentes sociales y el Senado) en el cual figuran dos reformas que afectarán a la Constitución; pero una, la que altera el artículo 41, “la madre de todas las liberalizaciones”, cínica expresión del ministro Tremonti, consiste en “liberalizar ciertas actividades profesionales excesivamente regularizadas”. A España la llevan privatizando, a saco, desde 1985: Entrecanales, SKF, Trapsatur, Volkswagen, Endesa, Telefónica, Iberia, Repsol, Tabacalera, AENA, Loterías del Estado. Sentimos el lento y seguro avance sobre educación y sanidad. Con su hocico nos están echando de nuestras casas. La Constitución Española ya es papel mojado, pero cuando metan la garra en ella, estaremos aquí para denunciarlo.
    Guillermo Fernández Rojano es escritor