¿Nos preocupa realmente el libro y la cultura?
Dos librerías se cierran cada día en España. Quedan 3.650 espacios independientes de venta de libros. En un año se cerraron 912 y se crearon 226. En cuatro años se han perdido 163 millones de euros. Ante tamaño descalabro contra la cultura, ¿qué iniciativas legislativas o proposiciones de Ley o no de Ley están haciendo nuestros diputados nacionales o autonómicos? Me temo que la iniciativa es ninguna. Y nos preguntamos el por qué, porque se ha dado prioridad a las grandes superficies o las grandes corporaciones que venden en internet tipo Amazón, frente al librero de toda la vida.
Yo creo que editar un libro que tenga cierto nivel, es una contribución a la cultura y que debería de estar subvencionado con 50 o 100 euros, una cantidad simbólica, pero al menos que fuese un granito de arena en el camino. Que las librerías que mantienen puestos de trabajo de autónomos también deberían de estar en parte subvencionadas con alguna cantidad. Ojo al dato: subvencionamos la compra de coches, el plan Renove, pero no los libros. Y es que implícitamente para muchos de nuestros gobernantes lo de pensar puede estar en parte prohibido cuando se va estrechando el círculo de la venta del libro. Ahora, acudimos a las bibliotecas a ver libros, muchos de ellos ya ineditados, o a las ferias de saldo del libro antiguo. De otro lado la amenaza de la descarga electrónica es algo que debería de estar tasado aunque fuese de manera simbólica y que fuesen las librerías las que con sus plataformas a través del Estado, cobrasen ese royalty de propiedad intelectual por descargar un libro. Por todo lo anterior esta carta debería de ser publicada en diversos diarios, llevarse como moción a los ayuntamientos y parlamentos. Y reflexionar diciendo ¿Qué estamos haciendo con la cultura? Y con su vehículo mas básico y esencial el libro. Y, sobre todo, hacer un reconocimiento a los héroes, nuestros libreros, cuya actuación es claramente vocacional. El segundo problema el de la educación, el paso del papel a lo digital. Pero también crear una obra científica, artística o literaria en forma de libro cuesta. La difusión de la cultura comienza por apoyar el libro y a los libreros y no convertir este siglo XXI en un expurgo quijotesco a modo de quema de libros de caballerías, o de procedimiento monitorio inquisitorial por omisión, donde la moda y el cambio, van de la mano de ir enterrando al libro. A ver si a nuestros políticos les preocupa algo de esto y en vez de tantos dimes y diretes (de ganar y perder o del y tú más) que lean y apoyen a la cultura, no sólo a la banca, o la industria del automóvil.
Eduardo Ortega Martín