Nombres con sabor a renovación

En su entorno están convencidos de que la flamante presidenta de la Junta de Andalucía confeccionará un equipo de Gobierno acorde con los tiempos que corren. La abanderada de la lucha contra la corrupción tiene razones de sobra para intentar rodearse de gente que aporte savia nueva y la frescura necesaria para borrar cualquier vestigio con olor a escándalo judicial y generar esperanza y un horizonte con futuro. El mutismo en torno a las personas que trabajarán codo con codo con ella para enderezar el rumbo de los andaluces es absoluto. El hermetismo en forma de pacto dice mucho de Susana Díaz, una mujer que tiene manos libres para rodearse de la gente que ella considera más oportuna en momentos saturados de dificultades.

    14 sep 2013 / 15:15 H.

    En su círculo más cercano aseguran que el equipo que llevará las riendas de Andalucía, a partir de mañana, atenderá más a criterios de eficacia que a juicios políticos. Entre la nube de incógnitas en la que políticos y periodistas viven desde que Susana Díaz fue confirmada como la sucesora de José Antonio Griñán, la única certeza que existe es que se mantendrá el número de consejerías de un Gobierno que será paritario. Economía y Educación serán como las ruedas que harán girar su maquinaria. Lo de la renovación suena de fondo en forma de música celestial y es más producto del encaje de ideas.
    Hoy se conoce la composición completa y entonces, provincia por provincia, el encaje de bolillos tendrá su merecido análisis. Lo que está claro es que la nueva presidenta de la Junta de Andalucía tiene que hacer compatibles dos ideas para contentar a todos. La primera, conformar un equipo a la medida de la crisis, capaz de dar respuesta al principal problema que tienen los ciudadanos. Y la segunda, cerrar heridas entre los dirigentes del Partido Socialista sin ignorar las cuotas de poder en cada provincia. Ella, que fue capaz de aunar la voluntad de todos los secretarios de la primera fuerza política de Andalucía, no puede olvidar la importancia de mantenerlos unidos.
    Su estrategia política y la necesidad de impulsar un cambio profundo son claves para Jaén, una tierra que intenta enterrar una enemistad casi histórica con la dirección regional gracias al apoyo demostrado hacia Susana Díaz, algo impensable hace un año. Si la ya convertida en presidenta de la Junta consiguió el apoyo de los socialistas jiennenses —los más numerosos de la comunidad en términos porcentuales—, está obligada a recompensarlos en forma de mayor poder en los órganos de gobierno de la Administración andaluza. En sus manos está cerrar heridas o abrirlas de nuevo. Lo que está claro es que sería estéril caminar en dirección contraria.
    Quienes conocen a Susana Díaz saben que es una mujer que detesta las imposiciones. Cierto es que hubo reuniones previas con el secretario general del PSOE de Jaén, Francisco Reyes —y alguna que otra compañía— para intentar llegar a acuerdos satisfactorios para todas las partes. Sin embargo, nadie quiso reconocer que hubo negociación. Ahora bien, de ese pacto de silencio sí trascendió que la principal apuesta de Jaén tuvo, tiene y tendrá nombre de mujer: Micaela Navarro. Lo que ocurre es que la vuelta de la iliturgitana al ruedo político después de un doloroso revés no es asunto baladí. Por un lado, en las hemerotecas permanece su encontronazo con el antecesor de la nueva presidenta y, por otro, su perfil no concuerda con esos aires de renovación proclamados a los cuatro vientos. Es más, una mujer que se convirtió en símbolo de la igualdad en España tiene difícil encaje en la estructura de consejerías actual. Todo hace indicar que su sitio estará en el Parlamento de Andalucía. Hay quienes dicen que incluso ya está pactada con Izquierda Unida la salida de Manuel Gracia, el presidente, para situar a Micaela Navarro al frente de la Cámara autonómica. La solución perfecta. La mujer que quiere Jaén se instala en el primer nivel de la política andaluza y se aparta de la gestión. Pero tiene que haber más. Una tierra que aporta tantos votantes al conjunto de Andalucía necesita ostentar una cartera con peso para que la operación política sea redonda.
    Hay nombres y apellidos encima de la mesa de Susana Díaz y puede que algunos ya estén en la lista de su Gobierno, hombres y mujeres que inspirarán pulsión de cambio, valientes y más dispuestos a asumir riesgos que a consolidar posiciones en el aparato del partido. Todas las miradas están puestas en dos jóvenes con bagaje y proyección políticos: el bailenense Felipe Sicilia y la carolinense Ángeles Férriz. Dos paladines de la renovación con perfecto encaje en la identidad del equipo que llevará las riendas de Andalucía. Hay otros incluidos en las quinielas que jugarán en segunda división. No hay que olvidar que el terremoto del relevo en la Junta tendrá su réplica en las delegaciones provinciales y, a la postre, en la composición de una nueva ejecutiva regional del PSOE. Susana Díaz impondrá su sello personal después de manejar los tiempos con libertad y a su manera. 

    En corto
    Hay pocas fiestas en los barrios   de la capital, muchas menos desde que la obligada austeridad se instaló en las casas de los jiennenses. Sin embargo, no hay una en la que no haya presencia de representantes políticos. Acuden por bandadas, como los pájaros, todos van al mismo lugar, pero cuando llegan se disuelven. Juntos, pero no revueltos. En las de “Pilar del Arrabalejo”, el día de la inauguración hubo dos concejales del Partido Popular y otros tantos del Partido Socialista. Los primeros se mantuvieron unidos y los segundos, ni se miraron a la cara. La división interna se acrecienta a medida que avanza la legislatura y la ruptura total está cada día más cerca.