No tiene quien lo vigile
Igual que el coronel de García Márquez no tenía quien le escribiera, el tranvía no tiene quien lo vigile. Un día dijo el alcalde de la capital del Santo Reino, con luz y taquígrafos, que no se subiría al tranvía y lo cumple a rajatabla. Pero ni él, ni nadie. José Enrique Fernández de Moya entregó las llaves de las cocheras en San Telmo el verano pasado y se lavó las manos. Lo peor es que la cara de tontos de los jiennenses por tener en barbecho una inversión de más de 120 millones de euros no va a ser nada comparada con la que se nos puede quedar si roban los vagones.

¡Sin vigilantes las cocheras! Pero que no cunda el pánico, que hay cámaras, eso sí, aclara el concejal de Hacienda, Miguel Contreras. Y se supone que hasta funcionan. Aún es más, no se entiende que en esta época de vacaciones, cuando nos bombardean con consejos para no dar pistas a los cacos si dejamos la casa vacía al salir de viaje, el Ayuntamiento vaya pregonando a los cuatro vientos que en las cocheras del tranvía no hay vigilantes de seguridad, por más que las alarmas sean magníficas y, si saltan, la Policía se teletransporte allí en dos segundos. Bien que podían ahora los padres putativos de la criatura tranviaria, los socialistas Rafael Valdivielso, exdelegado de Obras Públicas, y la exacaldesa Carmen Peñalver, pedir un préstamo personal “al alimón” para ponerlo en marcha ellos mismos de una vez por todas. Sospecho que el alcalde les cedería la gestión encantado.
“omertà”. Se habla estos días, a cuenta del increíble —pero supuestamente cierto— escándalo de la familia Pujol, de ese código de honor de la mafia siciliana, “omertà”, que prohíbe informar sobre actividades de la organización a personas ajenas, así como colaborar con las autoridades o recurrir a ellas en caso de ser víctima de algún delito. Una ley de silencio que, si se viola, se castiga con la muerte. Los periodistas catalanes entonan al unísono el “mea culpa” con golpes de pecho, después de la confesión del todopoderoso expresidente de la Generalitat: “¿Cómo no lo denunciamos? ¿Cómo no lo llegamos a sospechar? ¿Por qué quien lo sabía no lo dijo?”. A la sombra de los 40 grados de esta sección me pregunto si existirá esa “omertà” sobre familias andaluzas o jiennenses a otro nivel, en otras circunstancias, y algún día alguien lamentará también haber guardado silencio.
Inocentes
Se cumple una semana de la muerte de dos niños y una mujer en un accidente en la A-44 a su paso por la capital. En la mayoría de los siniestros en la carretera los investigadores observan cuestiones como la velocidad, si el conductor dio o no positivo en el test de alcoholemia o si llevaban cinturón de seguridad. Pero, a menudo, no se plantean nada sobre el estado de la vía, si es un tramo peligroso sin señalizar o si hace décadas que no se asfalta. Quizá no sea este el caso, pero estos parámetros, tan importantes o más, no pueden obviarse por sistema.