No perdamos los papeles

Yo venía notando últimamente cierto revuelo en la biblioteca de casa. Y debo confesar que me costó trabajo descifrar el motivo, porque mis libros son muy cerrados así de primeras, pero al final, leyendo entre líneas, conseguí averiguar que el conflicto comenzó cuando compré el best-seller de Belén Esteban.  Al principio parecía que todo iba bien, pero con el tiempo, algunos títulos curiosos, de mi amplia colección de volúmenes selectos de las letras universales de todos los tiempos, empezaron a mirar con cierto recelo a la nueva escritora, pues consideraban que su currículum literario no se correspondía con la lujosa edición que servía de soporte a sus mundanas reflexiones. Y la cosa estalló definitivamente, cuando algunas de mis obras maestras de la creación literaria y del pensamiento humano, se enteraron del desmesurado número de ejemplares vendidos por la mediática estrella televisiva y, en contraste, averiguaron los escasísimos índices de lectura del resto de títulos clásicos y contemporáneos de mi biblioteca. Y la cosa ha empeorado más aun con la irrupción en casa de un moderno y aséptico libro electrónico, que utilizo esporádicamente. Desde entonces mis bellos y sugestivos textos encuadernados se han quedado sin palabras, y en blanco, de rabia y de estupor. Yo trato de animarles, y les digo que deben pasar página, pero ellos que son de los que lo toman todo al pie de la letra, se han quedado mudos de espanto. Y les entiendo, en el fondo. Y me da pena ver que los libros sufren al constatar que su papel es cada vez más escaso en la sociedad actual. Pero, si ellos, los textos editados,  lograron vencer en otros tiempos, a los censores y a las hogueras y a las inquisiciones,  acabarán superando también esta era de modas e incertidumbres, en las que hemos relegado a las letras escritas en papel, a un margen de las páginas de nuestra vida.  Y con su sentido profundo volverán tarde o temprano a darle significado a nuestras lecturas.  Para evitar que acabemos convertidos en una sociedad mentirosa, que ha perdido su palabra.

    28 may 2014 / 22:00 H.