No perdamos la dignidad
Si España fuera Suecia, no nos importaría que nos subieran el IVA, lo daríamos por bien empleado porque sabemos que disfrutaríamos de unos servicios públicos envidiables, de una asistencia a las familias desde el nacimiento de los pequeños y de unas guarderías que son la envidia del mundo. Si España fuera Finlandia, no nos importaría que nos subieran el IVA, lo daríamos por bueno porque tendríamos la mejor escuela pública del universo, porque los niños y los jóvenes saldrían con una gran preparación.
Tendríamos la seguridad de que estudiarían en un sistema consensuado que no se cambia en cada legislatura. No habría fracaso escolar y tendríamos un futuro despejado con un porvenir maravilloso en nuevas generaciones de físicos, lingüistas o matemáticos. Si España fuera Alemania no nos importaría que nos subieran el IVA porque disfrutaríamos de los mejores sueldos del mundo. Si España fuera Suiza o Austria, USA u Holanda, no nos importaría demasiado quién nos gobernase porque casi todos serían gestores públicos con un objetivo: el bien común. Allí no es sustancial dejar en mal lugar al adversario político, sino hacer lo correcto, hacer lo que hay que hacer en cada momento. En estos países no es costumbre dedicarse a la vida política desde los 16 años, o desde que uno era PNN, o alcalde de su pueblo hasta la jubilación, sino servir en lo público unos pocos —muy pocos— años después de haber triunfado en una actividad privada. Y luego, a los pocos —muy pocos— años de servicio público, pasar página y dejar paso a otros gestores, volver al trabajo que uno desempeñaba con éxito y que le llevó al honor de representar a sus conciudadanos. Pero da la casualidad de que España no es Suecia, ni Finlandia, ni Alemania, ni Suiza. Que no tenemos ni los servicios, ni la escuela pública, ni los sueldos, ni los gobernantes de estos países. Pues claro, entonces: ¡cómo nos va sentar que nos suban los impuestos de todos y cada uno de los movimientos de nuestras vidas, una vez más! Mal, muy mal. ¿Y lo de la paga de Navidad a los que la tienen todavía? Mejor no tocarlo. Ahora bien, aquí no todo es malo. Tenemos mil consuelos. Baste pensar en la suerte que hemos tenido por haber nacido en este hemisferio y no unos miles de kilómetros más al sur, incluso hay gente que lo está pasado peor que nosotros al este y al oeste. Y lo más importante: todos los expertos dicen que “de esta podemos salir”. Siempre “se ha salido de estas”. Nadie sabe cómo. Yo propongo que cada uno haga lo que mejor sabe, y que en ello, y mientras podamos, no perdamos la dignidad. Por favor.
Francisco León Valenzuela es abogado