No nos quiten la alegría

Muchas veces tenemos la sensación de que el sistema capitalista es una inmensa tomadura de pelo, un sarcasmo de mal gusto por el que sin más remedio tenemos que pasar, aunque, evidentemente, no todo el mundo siente lo mismo: las oligarquías y clases blindadas no viven ningún problema de este tipo, claro está.

    03 jul 2013 / 18:39 H.

    Menos mal que hay detalles cotidianos que cada tanto nos endulzan los días, como el ascenso del Real Jaén. Este júbilo colectivo poco repercute en la economía de la masa. Aun así, el fútbol siempre proporciona un bálsamo ante las situaciones críticas. La gente también tiene derecho a ilusionarse y a disfrutar, que no nos quiten la alegría. Pero el señor alcalde Fernández de Moya se ha empeñado en arrebatárnosla, ahí sigue enarbolando la bandera militar para distraer al personal, y ya prepara a bombo y platillo para el próximo otoño otro desfile, monolito, estatua, placa conmemorativa, o jornadas de homenaje, sobre el tema. No cabe duda de que las intenciones de estos movimientos propagandísticos populistas, esta demagogia barata y absurda, esta fanfarria trasnochada y ultraconservadora, le pasarán factura. De hecho, si por sus políticas fuera, no sólo seríamos una de las provincias más pobres y retrasadas de España, sino que estaríamos mucho peor, ya que cuando no es el ejército, nos topamos con la Iglesia: sotanas, procesiones, monaguillos, crucifijos, incensarios, y un largo rosario —nunca mejor dicho— complejo de enumerar. Por todos los dioses del Olimpo, ¡ya está bien!

    Escritor
    Juan Carlos Abril