No a la Lomce
Antes de que sea una realidad, quiero mostrar mi desacuerdo con la futura nueva ley de Educación: Lomce. Primero porque demuestra la inestabilidad educativa en la que nuestro país se encuentra inmerso y a la que nos han llevado los dos partidos que nos han gobernado. Esta sería la decimosegunda ley en los treinta y cuatro años de democracia en nuestro país.
Este ya es de por sí un motivo para mostrar rechazo no ya hacia la propia ley, si no también —y casi diría que principalmente— hacia nuestros gestores y responsables políticos en la materia, que siguen haciendo primar sus principios ideológicos y de partido, por encima de la educación de nuestras generaciones. Once leyes (ocho de enseñanzas universitarias y otras tres de enseñanza superior), aprobadas todas sin consenso y contando con los votos en contra de la oposición. Y esto, repito, tanto para los socialistas, como para los populares. ¡Sean serios, sus señorías, déjense de prejuicios partidistas y denle estabilidad, poso, tranquilidad, sosiego y raíces a la Educación en España y verán cómo los rendimientos suben y bajan los fracasos! La situación creo que empeora aún más al ver cómo con cierta prisa por parte del ejecutivo, con su ministro al frente, lo que parece que quieren es desmantelar la enseñanza pública, favoreciendo a la privada. (¡Mira que uno intenta pensar que eso de las dos Españas es agua pasada!). Además de retrotraernos a tiempos pretéritos recuperando el espíritu de lo que era la antigua reválida, así como volviendo a darle un papel excesivo a la religión y quitando de un plumazo las referencias ciudadanas y democráticas que se imparten en la actual Educación para la Ciudadanía. A un servidor que cursó sus primeros años en aquella escuela tradicional de antaño, se la recuerda. Ingenuo de mí, que llegué a pensar que el PP no era la derecha que yo había conocido. Hay que apuntar al respecto de las pruebas externas, que los exámenes, sean del tipo que sean, los haga quien los haga, está archidemostrado que no aseguran el éxito escolar, demostrando una validez relativa—lo que le dure al alumnado en su memoria y lo pueda recordar—, además de no preparar para la vida, al no desarrollar las competencias básicas. Idea que nos viene como directriz educativa europea y que habrá que cumplir, vayamos que nos pase como nos está pasando con los dineros. En cuanto a la asignatura de la Religión he de confesar que la mejor que me han enseñado ha sido, y en este or- den, en mi familia, en la parroquia, en el Movimiento Juvenil Nuevos Sarmientos y en el Movimiento de Cursillos de Cristiandad. Y en cuanto a la actual área de Educación para la Ciudadanía, creo que es suficiente estar entre jóvenes y adolescentes para saber que ahora más que nunca, necesitan de unos valores y principios democráticos que este Gobierno, con sus formas y posturas, está limando y vaciando de sentido.
Francisco José Campaña es maestro