Niega haber violado a su pareja con huevos de codorniz
Rafael Abolafia/Jaén
Carlos P. R. negó, una y otra vez, haber obligado a su novia a mantener relaciones sexuales contra su voluntad, en las que, presuntamente, llegó a introducirle por la vagina huevos de codorniz, una vela y un plátano: “Eso es una falsedad. Quiere hundirme sólo porque no me quise casar con ella”.
Carlos P. R. negó, una y otra vez, haber obligado a su novia a mantener relaciones sexuales contra su voluntad, en las que, presuntamente, llegó a introducirle por la vagina huevos de codorniz, una vela y un plátano: “Eso es una falsedad. Quiere hundirme sólo porque no me quise casar con ella”.
Con vehemencia, Carlos. P. R., un granadino de 35 años, se declaró inocente de unos hechos que, de ser ciertos, resultan escalofriantes: “Todo es una falsedad”, respondió el acusado de forma reiterada a las preguntas que le hizo el fiscal Carlos Rueda. Sólo reconoció que, en una ocasión, le dio “dos bofetadas” a su novia: “Ya me condenaron”, alegó. No obstante, el Ministerio Público sostiene que no fue un hecho aislado y que, durante los dos años y una semana que duró la relación (entre 2000 y 2002), hubo palizas continuas, insultos, menosprecios y amenazas. Además, el fiscal explica que forzó a su compañera a mantener relaciones sexuales contra su voluntad, en la que llegó a introducirle objetos por la vagina: “Eso no se lo haría ni a ella ni a nadie”, dijo el acusado. La siguiente en declarar ante los magistrados de la Sección Tercera de la Audiencia fue la presunta víctima, una mujer de Torrequebradilla. Estuvo muy nerviosa y su testimonio fue impreciso. Refrendó lo fundamental del relato. Habló de las palizas que le daba Carlos P. R. “por cualquier causa” y que la había obligado a tener sexo contra su voluntad. Sin embargo, confundió fechas e, incluso, incurrió en alguna contradicción. En su denuncia, había enumerado tres supuestas violaciones. Ayer, en el juicio, únicamente recordó dos. Como prueba de las agresiones físicas, la mujer sólo presentó un parte de lesiones, emitido el 11 de febrero de 2002 por el médico de cabecera de Torrequebradilla. Ese documento reflejaba que la víctima tenía hematomas en varias partes de su cuerpo. “Fue la última paliza que me dio”, dijo ella. “Jamás la toqué”, había contestado él, alegando que su compañera tenía “problemas de nervios” y que ese día sufrió una crisis de ansiedad: “Se puso a dar puñetazos y patadas a las puertas de la casa”, añadió para justificar los hematomas, una versión que fue corroborada por un agente de la Guardia Civil que tuvo que intervenir aquel día. Con todo, el fiscal decidió retirar uno de los tres delitos de agresión sexual y pidió una condena de 29 años de prisión para Carlos P. R. El juicio quedó visto para sentencia.