'Ni idea de la crisis'
Cualquier estudiante que pasea libros por una facultad de ciencias ha escuchado, en no pocas ocasiones, los principios del método científico, estos principios fueron redefinidos por Francis Bacon en el siglo XVII siendo las prácticas utilizadas por la comunidad científica como válidas a la hora de proceder con el fin de exponer y confirmar sus hipótesis, es decir, la forma de ratificar las teorías científicas destinadas a explicar de alguna manera los fenómenos que observamos. Este método consta de diferentes fases: Observación, inducción, hipótesis, experimentación, antítesis y redacción de la teoría científica.
El planteamiento de la hipótesis es un intento de dar una explicación a lo que observamos pero esta idea inicial debe de comprobarse a través de la experimentación. El experimento debe estar perfectamente definido de forma que cualquier persona en cualquier parte del mundo pueda reproducirlo y obtener los mismos resultados, comprobando que el experimento, realmente, reproduce el hecho observado y no se ve condicionado de forma partidaria por la hipótesis formulada. Esto parecía la norma en todas las ciencias, pero últimamente las ciencias económicas parecen burlar de forma constante este estricto método. No hay más que mirar cómo día tras día las agencias de calificación como Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch o la banca de inversión como Goldman Sachs realizan lúgubres hipótesis sobre el futuro económico de empresas o naciones, pero estas predicciones generan no pocas dudas porque condicionan, y de qué manera, el deambular mercantil de dichas entidades o países. Es como si yo vaticino que una persona va a sufrir un accidente de tráfico y le quito los frenos de su coche. El planteamiento de las hipótesis no parece muy científico, en ambos casos, pero hay muchas posibilidades de que se vean confirmadas. Prácticamente todo el Ibex 35 se encuentra valorado como si fueran empresas de Senegal aunque la mayoría sean multinacionales de reconocido prestigio en diferentes sectores, esa simple apreciación puede condicionarlas seriamente o hacerlas morder el polvo aunque dicha estimación poco tenga que ver con su valía real. Igual le está pasando a España, donde la evaluación de la mejor masa empresarial y las generaciones mejor preparadas de nuestra historia están tasadas, actualmente, a un paso del bono basura. Si a todo esto unimos que el que debería defendernos de semejantes ataques, el Banco Central Europeo, es el perrito fiel de una Alemania que está muy poco interesada en que cambien las cosas ya que se financia prácticamente gratis al utilizarse como refugio de capitales, se puede entender, en algo, que nos estemos asfixiando al financiarnos y es que Machado sí que planteaba una hipótesis correcta: “Todo necio confunde valor y precio”.
Javier Morallón es profesor de Biología