Ni idea de la crisis

El 2012 se presenta duro en lo económico y casi insoportable en lo social, el nuevo Gobierno se enfrenta a la cuadratura del círculo, por un lado la disminución del déficit, es decir, recaudar más y gastar menos, pero por otro lado está la creación de empleo, o lo que es lo mismo, reactivación de la inversión, incremento de la actividad industrial y muy especialmente aumento del consumo interno.

    05 ene 2012 / 10:39 H.

    Pero ¿cómo aumentar el consumo interno mientras reduces sueldos y achicharras a impuestos? resolver este aparente choque de trenes está por encima de mis escasos conocimientos de economía y eso que dentro de mis últimas aficiones se encuentra la de ser un ávido lector de la multitud de autores que han escrito, al abrigo de la crisis, sus libro-recetas. Fernando Trías de Bes, Carlos Rodríguez Braun, Leopoldo Abadía, Tim Harford… También me declaro un fiel seguidor de La Brújula de la Economía, en especial, de José Carlos Díez, y siempre que puedo consulto las versiones digitales de “Expansión” o “Cinco Días”. Mis conclusiones de tan arduo estudio no dan, como ya he comentado, para resolver el fenomenal galimatías macroeconómico, pero si para analizar que cualquiera que se atreva a decir, en público, su diagnóstico y posible solución de la crisis debe abrazar un dogmatismo férreo de forma que más que opinar sentencie una fórmula inamovible de cómo remontar el vuelo. Lo curioso es ver como en los debates de economía los expertos son capaces de defender con la misma rotundidad y sin el menor atisbo de duda formas de salir de la crisis absolutamente contrapuestas, la clave para no perder credibilidad es mantenerse completamente impermeable a las propuestas de tu contertulio y no vacilar lo más mínimo en tus aseveraciones, lo de mirar con desdén a tu contrincante va por barrios. Creo que dudar no es malo, muy al contrario, de hecho no soy nada dogmático. No creo en los blancos y negros, el gris domina con infinidad de matices. Permitirse dudar, permitirse poner en cuarentena mental muchas de las ideas que parecen que debemos tragar sin tan siquiera saborear, es un ejercicio de higiene mental al que nadie debería renunciar. Muchas veces hay que tener la suerte de fracasar para poder avanzar, tomarte el tiempo suficiente para respirar y ser consciente de todo lo que te rodea. Sacar lo mucho de positivo que tienen las decepciones, los sinsabores, las crisis… es una lección básica de evolución en nuestra vida diaria. Cambiar, adaptarte, tomar lo bueno de cada persona, de cada historia, de cada idea… volver a fracasar y volver a levantarte, con más impulso y más convencido de poder hacerlo mejor que la última vez, porque eres un poquito más sabio que esa última vez. Este juego se llama vida y merece la pena jugar, no es un juego fácil, pero ningún buen juego lo es.
    Javier Morallón es profesor de Biología