Necesidad de liderazgo moral
Gloria Pastor Izquierdo desde Jaén. Cuando la Organización Mundial de la Salud evaluó la primera década de su plan global para proveer 'Salud para todos en el año 2000' se determinó que fue un auténtico fracaso, pues durante ese periodo ningún país del mundo estableció un sistema primario de salud para todos sus habitantes.
Lo curioso de dicha evaluación era que no fue la falta de conocimientos científicos, ni la falta de modelos administrativos adecuados, ni la falta de recursos financieros lo que motivó el fracaso de la primera década del plan. Más bien fue la falta de moral en todos los niveles de los ministerios de sanidad de todo el mundo. El elemento que faltaba para el éxito era un liderazgo moral comprometido con los valores de la justicia social, la equidad y la participación en los que se basaba el plan. Se requería un liderazgo moral comprometido con esos valores para inspirar esfuerzos sostenidos en la lucha por lograr los cambios presupuestarios y estructurales a fin de establecer los servicios de salud primarios para los más necesitados; un liderazgo moral para asumir los riesgos personales inherentes al enfrentarse a la resistencia al cambio. En resumen, no son ni el dinero, ni la capacidad organizativa, ni siquiera los conocimientos, los que faltan para mejorar el mundo, sino el liderazgo moral necesario.
Desde la perspectiva bahá’í, la aparición de instituciones públicas que generen confianza en la sociedad y que carezcan de corrupción está íntimamente relacionada con el proceso del desarrollo moral y espiritual. Los bahá’ís observan toda la empresa de la civilización como un proceso espiritual que implica la progresiva concienciación de las capacidades morales y creativas de la humanidad. Por consiguiente, la creación de un medio público “libre de corrupción” depende del desarrollo de la capacidad moral en los individuos, las comunidades e instituciones sociales.
La comunidad bahá’í ha emprendido un número de iniciativas, en el área del liderazgo ético y la educación moral. Estos programas desarrollan los recursos científicos y religiosos para cultivar los conceptos, valores, actitudes y destrezas necesarios para crear caracteres distintivos de rectitud e integridad. La formulación de enfoques y métodos pedagógicos que, de modo sistemático, promuevan el desarrollo moral ha sido un foco constante de los esfuerzos bahá’ís. Pero no ha existido, hasta el momento, el mismo interés por esta esencial cuestión en las diversas zonas del mundo. Ha sido más difícil en los países industrializados concienciar sobre la necesidad de un cambio de liderazgo para conseguir un cambio social. En cambio, ya en 1985, se fundó la Universidad Núr, la segunda institución privada de enseñanza superior de Bolivia, que integra conocimiento académico con experiencia práctica y entrenamiento ético, poniendo énfasis particular en el servicio a la comunidad, justicia social y respeto por la diversidad humana. Núr se fundó, mayormente, para ayudar a desarrollar líderes que comprendan el nexo entre la transformación individual y la social. Su filosofía educativa se basa en los conceptos y principios emanados de las enseñanzas bahá’ís. A través de su Programa de Gobernación Justa, Núr está proveyendo formación a oficiales públicos, personal gubernamental técnico y miembros de organizaciones comunitarias de base. Quizás sea ahora, cuando el sistema prevaleciente en los países del “primer mundo” se tambalea, cuando despertemos.“El desafío de la superación de la corrupción en la vida pública es multidimensional en su naturaleza. La adopción de procedimientos administrativos y salvaguardas legales, por más importantes que fuesen éstos, no conllevará cambios perdurables en el comportamiento individual ni institucional. Ya que la gobernación, en su esencia, es una práctica moral y espiritual cuya brújula se encuentra en el interior del ser humano. Por tanto, sólo a medida que las vidas interiores de los seres humanos se transformen, la visión de una “genuina civilización del carácter” se materializará.” Abdul’Bahá.