Navas de Tolosa, batalla que giró el rumbo de la Historia
Ocho siglos están a punto de cumplirse de una de las batallas más decisivas de la historia para la configuración actual de España. Y fue en territorio jiennense. Las Navas de Tolosa supuso el gran empuje de la Reconquista cristiana del sur de la península. Este aniversario se va a conmemorar, pero más que como una celebración, como reflexión crítica sobre los conflictos ideológicos o religiosos que se han producido a lo largo de los siglos. Antes, una mirada, aunque sea a grandes rasgos, a las crónicas de esta contienda.
En esta batalla se enfrentaron las tropas de Castilla, de Aragón y de Navarra al potente ejército musulmán, compuesto por tropas almohades, bereberes e hispano-musulmanas de Al-Andalus, además de un cuerpo de arqueros kurdos, enviados por el califato de Bagdad al monarca almohade. Para entonces, la situación en la Península Ibérica era esta: el Norte, hasta la línea del Tajo, se dividía en cuatro reinos cristianos, León, Castilla, Navarra y Aragón-Cataluña. El Sur y Levante formaban parte del Imperio Almohade, que no sólo comprendía Al-Andalus, sino también Marruecos, Mauritania, Túnez y Argel. Castilla-La Mancha era una extensa frontera, prácticamente despoblada y jalonada por una serie de castillos defensivos.
El rey de Castilla Alfonso VIII había sufrido, unos años antes (1195), una grave derrota en Alarcos y, por si esto fuera poco, el único baluarte cristiano al sur del Tajo, el castillo de Salvatierra, que había sido la segunda sede de los Caballeros de Calatrava, cayó tras una heroica resistencia en poder de al-Nasir, en 1211. En aquella delicada situación, Fernando, infante de Castilla y heredero de la corona, solicitó al Papa Inocencio III que concediera la categoría de Cruzada a la expedición bélica convocada para el año siguiente, en la octava de Pentecostés, que debía concentrarse en Toledo.
Ya en julio de 1212, los ejércitos cristianos llegaron tres días antes de la decisiva batalla al Desfiladero de La Losa (Despeñaperros) y, ante la imposibilidad de pasar por él, según se dice, un pastor se ofreció a guiar a los ejércitos por otro paso seguro y entonces desconocido, el que hoy día se llama Puerto del Rey, por el que pudieron cruzar a la meseta de las Navas de Tolosa. Durante los dos días siguientes, los cristianos no atacaron y solo hubo pequeñas escaramuzas; pero al amanecer del lunes 16 de julio de 1212, las huestes se lanzaron al ataque. En el empuje, que fue violentísimo, los cristianos llegaron hasta el cerco de cadenas que, sostenidas por los esclavos, guardaban el acceso a la tienda del califa. Sancho VII “El Fuerte” fue al primero en romper ese cerco, y los musulmanes empezaron a retroceder desordenadamente. Su retirada no tardó en convertirse en una precipitada fuga. Allh Muhammad tuvo también que escapar a toda prisa, perdida ya la batalla, hacia Baeza y Jaén, donde se refugióaquella misma noche. La victoria cristiana había sido decisiva; los muertos musulmanes, innumerables; el botín, enorme, y del mismo se conserva el tapiz que se guarda en el Monasterio de las Huelgas de Burgos, que se conoce también como “bandera de las Navas”. Pepi Galera/ ilustración: Juan E. Latorre