NATALIA ELÍAS MENGÍBAR. "Mi padre me dice que tengo complejo de samaritana"

Toñi Arroyo
Natalia Elías Mengíbar es una joven jiennense que lleva un año dedicada al voluntariado. Defiende que su vocación social no está marcada por ningún aspecto en concreto, pero sí afirma, convencida que hay muchas personas que necesitan ayuda.

    22 jul 2012 / 09:51 H.

    A pesar de su corta edad, entiende que hay aspectos de esta sociedad que deben  cambiar y que si todos los ciudadanos pusieran de su parte, el mundo sería mejor. El próximo curso comenzará sus estudios en la Universidad de Jaén,  una idea que la motiva mucho para seguir con la labor que desarrolla dentro de Cruz Roja. Aunque una cosa la tiene clara: su futuro profesional lo dedicará a ayudar a los más necesitados, en concreto, a los niños. —¿Cómo decidió dedicarse al voluntariado? —Pues todo surgió porque el año pasado no conseguí plaza para entrar en la Universidad. Entonces me planteé hacer algo productivo durante este periodo. Me interesé por las distintas actividades voluntarias que se desarrollaban en la provincia y conocí organizaciones como ASI Jaén, GEA o Cruz Roja. Al final empecé con los compañeros de esta última, y la verdad es que estoy muy contenta. Es una cosa que todo el mundo debería hacer en algún momento.
    —¿Con qué tipo de personas ha desarrollado su actividad hasta ahora?
    —Llevo todo el año participando en el programa que tiene Cruz Roja en Infancia Hospitalizada. Esto consiste en que en la tercera planta del hospital maternal hay una escuela dedicada para que los pequeños que se encuentran allí ingresados tengan un respiro y puedan despejarse, aunque sea por unos minutos, de todo lo que supone estar allí. De esta manera, nosotros —los voluntarios— nos desplazamos a esas instalaciones y hacemos manualidades, juegos y otras actividades para que se animen. Además, también es un respiro para los padres ya, que estos aprovechan para darse una paseo o hacer cualquier cosa que crean oportuna.  Siempre intentamos que los juegos estén vinculados con alguna celebración que se desarrolle con carácter mundial o nacional. El último caso fue, por ejemplo, el Día del Agua, en el que adaptamos nuestras propuestas a esta temática. La verdad es que son programas muy gratificantes, ya que,  en muchos casos, nosotros conseguimos que los pacientes hagan cosas que no logran los médicos ni los propios familiares.
    —Pero el medio ambiente es otra de sus motivaciones y preocupaciones...
    —Sí, participo también en el grupo de Medio Ambiente que organiza la institución. Por ejemplo, hace unos días fuimos a Jódar, por el problema que tienen allí con el agua. Parece ser que el acuífero de la zona posee poca agua y el pueblo necesita unas nuevas instalaciones para que les llegue el suministro de otro municipio. Pues la labor de Cruz Roja en este caso fue la de incentivar a la gente en el ahorro de agua y concienciar de que este problema no es una tontería.
    —¿Cómo funciona y se organiza un grupo dedicado al voluntariado?
    —Hay actividades que son continuas y que no necesitan coordinación, pero hay otras que sí. Cuando surge algo nuevo, el responsable de cada proyecto se pone en contacto con todos los integrantes. Después de eso, se convoca a las personas que puedan participar y, según el número de voluntarios que puedan asistir, se asigna un día para celebrar el proyecto o se aplaza para otra fecha en la que  participen más personas. Por último, se planifican las actividades que se llevarán a cabo en esa salida.
    —¿Qué proyectos de actuación tienen previstos para la época veraniega?
    —En agosto empezaremos con las Colonias Urbanas. Están destinadas para niños que son usuarios de Cruz Roja, y este año han surgido por la falta de presupuesto para celebrar campamentos. La actividad consiste en mantener entretenidos a los menores con actividades mañana y tarde, aunque comen y duermen en sus casas.
    —Entre las personas de su edad no es muy usual dedicarse a hacer labores de voluntariado, ¿qué piensan sus amigos de la actividad que usted realiza?
    —La verdad es que algunas personas me preguntan que por qué no hago botellón o el motivo por el que no bajo al Ferial. Pero es que todo ese mundo me agobia. No va conmigo. En realidad, mis amigos más cercanos tienen los mismo intereses y los mismos gustos que yo. Dime con quién andas y te diré quién eres, como se suele decir. Muchos de ellos están interesados en temas sociales y otros hasta se han hecho voluntarios también.
    —¿Cómo se lo toma su familia que se dedique a esta labor?
    —Al principio mi padre no estaba muy conforme con la idea. Decía que tenía que estudiar y era un poco reacio a que me dedicara a estas actividades, pero con el tiempo se ha acostumbrado. En una ocasión  me hizo un comentario que me resultó gracioso. Había en la calle un hombre que no podía andar y yo me presté a llamar a una ambulancia para que llegara a recogerlo, y me comentó muy serio que  tenía complejo de samaritana de barrio. En ese momento me sentó regular, pero, luego, lo recuerdo con cariño.
    —¿Cómo es el perfil de las personas que trabajan como voluntarios en Cruz Roja de Jaén?
    —Yo diría que no hay un perfil determinado. También es verdad que depende mucho del tipo de proyecto que sea. Pero, por lo general, son gente abierta y con mucha iniciativa. En Infancia Hospitalizada, por ejemplo, la mayoría somos chicas pero en Medio Ambiente el número de personas de los distintos sexos está compensado. Son personas que tiene muchas cosas en común contigo, y solo por eso ya te atraen. Se crea un ambiente bastante bonito en el que ya no somos solo conocidos, sino que también son amigos y compañeros. Suelen ser amigos a los que es interesante estar con ellos y conocer.
    —¿Qué estudios le gustaría desarrollar a partir del próximo curso escolar?
    —He solicitado entrar en Psicología o en Trabajo Social. Mi sueño es el de tener un centro de menores y poder trabajar con niños problemáticos. Yo creo que una de las grandes lacras que existen en la sociedad actual es la mala educación. Me gustaría evitar que menores que han tenido una infancia diferente destrocen sus vidas y se las arruinen a los que están a su alrededor.
    —Supongo que durante este tiempo ha vivido cosas que la han marcado...
    —Sí, una vez, en el hospital, me tocó subir a las habitaciones para ver a los niños que no pueden salir fuera. Me encontré con una chica con problemas a la que intentamos animar y hasta la propia familia nos dijo que era tontería hacerle nada, ya que ella no era consciente de ningún estímulo. Al final, insistimos en jugar a un actividad de parejas con ella, hasta el punto de que la chica respondió y se lo pasó en grande con nosotros. Son momentos en los que sientes que lo que estás haciendo vale la pena y que es algo por lo que es necesario luchar.