NATALIA LÓPEZ MATA: “El buen bailar consiste en contagiar el sentimiento”
Mariam López
Apesar de su juventud, en cada poro de su piel aflora arte. Su vida es el baile y sus movimientos sobre un tablao emiten sentimientos y frescor de primaveras nuevas a quienes la miran. Su carrera comienza casi con sus primeros pasos en la vida, y aquí siguen, pisando fuerte, zapateando con garra para hacerse un hueco en el baile y triunfar como, sin duda, se merece.

Apesar de su juventud, en cada poro de su piel aflora arte. Su vida es el baile y sus movimientos sobre un tablao emiten sentimientos y frescor de primaveras nuevas a quienes la miran. Su carrera comienza casi con sus primeros pasos en la vida, y aquí siguen, pisando fuerte, zapateando con garra para hacerse un hueco en el baile y triunfar como, sin duda, se merece.
Su talento está por lucirse muchos años en nuestra bendita tierra y... fuera de ella. No sólo reluce por su corazón artístico, esta joven bailaora se implica con ONG, ayuda a jóvenes y participa en cuantas galas benéficas puede. Arte y sensibilidad, unida a juventud, ejemplo para muchos.
—¿Cuándo y cómo surge su vocación?
—A partir de los cuatro años, cuando mi madre me apunta a clases particulares de baile. Empecé con sevillanas, castañuelas y ballet y, poco a poco, me fue naciendo la vocación. Me entregué tanto que no quería dejar el baile y mi madre lo aprovechaba para decirme que si no sacaba buenas notas, me quitaba. Y como el baile empezó a serlo todo para mí, lo tuve que compaginar con el estudio. Con 15 años me presenté al examen para conseguir el título de bailaora profesional por el Sindicato Profesional del Espectáculo de Málaga, con un jurado de profesionales de todo tipo de ramas artísticas. En mi caso se tuvo en cuenta, según me dijeron al confirmarme que había pasado la prueba y que tenía en mi mano el título, el compás, el ritmo, el taconeo, la expresión corporal, junto con la dificultad de los bailes que presenté.
—¿Viene de familia la pasión por el baile?
—Bailar no, pero el arte sí ha existido en la familia con el cante de mi padre.
—¿Cómo se definiría en este mundo?
—Bailaora y coreógrafa, porque trabajo y creo mis propios bailes.
—¿Qué baila?
—De todo, clásico, danza española, bailes típicos y regionales de Andalucía, ballet, flamenco y danza árabe, entre otros.
—¿Y qué modalidad de baile prefiere?
—El flamenco, sin duda. Están entrando nuevas tendencias dentro del baile flamenco y estoy a favor de lo innovador, pero sin que se pierda por ello el flamenco clásico, como por ejemplo, se están perdiendo las siguiriyas, las tarantas, los martinetes, que cada vez hay menos artistas que los cantan y, a la vez, menos que los bailan.
—¿Considera entonces que un buen cante es fundamental para el baile?
—Sí, siempre y cuando haya un buen cantaor llevando un buen ritmo, saldrá la buena bailaora, siguiendo dicho compás.
—¿Qué artistas admira especialmente?
—A Sara Baras, sin duda. La admiro por lo increíble de sus taconeos, su movimiento de falda y, al margen de su profesionalidad, porque es una artista consagrada y no entra en el juego sensacionalista de la prensa.
—¿Se mueve un artista por los sentimientos? Es decir, ¿depende el arte que sale del momento que se vive?
—Claro, los sentimientos salen a flor de piel y eso influye a la hora de bailar. También si pasas un mal momento, el taconeo sobre el escenario descarga tensiones.
—¿Cuáles son sus fuentes de inspiración?
—Para bailar, en cada baile o modalidad, te inspira algo diferente. En el flamenco por ejemplo, en el sentimiento que inspira el cante; en el baile clásico, en el tono de la melodía... depende. Y para crear baile me inspiro en lo que ya conozco y, sobre ese conocimiento, creo algo nuevo.
—¿Dónde quiere llegar?
—A lo más alto, ¡evidentemente! Pero, al menos, me conformaría con ser reconocida por mi trabajo, que se me valore.
—¿Cree que en Jaén se promociona lo suficientemente a los jóvenes artistas?
—No y, precisamente porque no se nos promociona, no tenemos salidas. Apenas existen festivales, ni espectáculos en los que podamos darnos a conocer y lanzarnos. Los organismos públicos no se implican lo suficiente, aunque debo reconocer que el actual Ayuntamiento está más volcado en actividades culturales y ayuda, cada vez más, económicamente a realizarlas. Es importante que los jóvenes artistas nos sintamos respaldados por nuestros representantes políticos y nuestra gente.
—¿Cuánto tiempo dedica a ensayar?
—Al menos son necesarias tres horas diarias. Dos días a la semana ensayo con mi grupo, “Arte y embrujo”, y mi profesor, Miguel Ángel López. El resto, ensayo en casa.
—¿Qué baile diría que es el más difícil o se lo parece?
—Bajo mi punto de vista, los zorongos gitanos y los martinetes son los más difíciles por el ritmo del baile y la forma del cante donde tienes que poner mucho sentimiento. El sentimiento es muy importante en un escenario, es fundamental expresar a los demás lo que tú sientes. En ello consiste el buen bailar. Para esa expresión de sentimientos, el acompañamiento musical y los repliqueos son fundamentales.
—¿Tiene algún baile propio y especial?
—Sí, el Himno del Abuelo, de Nuestro Padre Jesús, que es un baile de zapateado, de sentimiento puro. Es muy complicado porque tienes que marcar tú el ritmo. Y porque el espacio sobre el que se baila es una tabla de dimensiones reducidas. Pero ante la dificultad del baile, pienso en la imagen de El Abuelo, que me inspira al bailarle. Quienes me ven bailarlo, se quedan sin palabras, mientras las lágrimas brotan en sus ojos, porque este baile trasmite muchas emociones a quienes son de nuestra tierra y para quien tanto supone esta imagen de nuestro Abuelo. Hay pocas personas que conozcan este baile y espero darlo a conocer.
—¿Definiría el baile como un hobby?
—Para mí empezó siéndolo, pero se ha convertido en mi vida. No la concibo sin el baile.
—¿Cómo lo compagina con los estudios?
—Con mucho sacrificio, quitándole horas al sueño y dejando al margen otras cosas que me gustaban como el teatro y el voleibol.
—¿Quién es tu maestro?
—Miguel Ángel López. Lo he aprendido todo de él, significa todo lo que soy como bailaora. Y ya no sólo es mi gran maestro, ha estado a mi lado desde siempre, ayudándome en mi crecimiento profesional. Ya es un amigo. Conoce a cada alumno a la perfección, su punto débil y su estado de ánimo con sólo verlo. Es un gran profesional y una gran persona.
—Se ha contado con usted en el Día Internacional de la Danza, ¿qué se siente?
—Para mí es un gran logro, porque cuando yo empecé este día no se celebraba. Es un reconocimiento al trabajo diario y a todas las personas que nos dedicamos a ello.
—¿Cuál ha sido el momento más emotivo de su carrera?
—Bailar para mi hermana en su boda.
—¿Tus mejores actuaciones?
—Muchas, pero importantísimas las de las galas benéficas.
—¿Con quién compartiría escenario?
—Claro está, con Sara Baras.