Nada que ocultar
Desde Zaragoza. Quien no tiene nada que ocultar no se resiste durante tanto tiempo a dar explicaciones que no convencen ni a sus partidarios, ni recurre a “trucos” como no responder a preguntas de los periodistas, ni, presionado al máximo, responde con nuevas vaguedades e incluso probadas mentiras —como que rompió con Bárcenas tras conocer sus cuentas en Suiza— ante un Parlamento dominado por la mínima gracias a un grupito de sus más cercanos colaboradores.
Quien no tiene nada que ocultar “porque no entró en política para hacer dinero” tendría que explicar, como encontramos en internet, los millones que ha seguido recibiendo del amiguete al que dejó en parte “su” registraduría de la propiedad, chiringuito burocrático abusivo al que no ha tenido empacho en intentar nuevos sinecuras desde la presidencia del Gobierno. Quien no tiene nada que ocultar, en fin, tras “haberse equivocado” al confiar, no solo en Bárcenas, sino en otros muchos de sus ayudantes, hoy en el juzgado o ya en la cárcel, y de haberse equivocado al hacer tantas promesas que no solo no ha cumplido, sino ha hecho exactamente lo contrario, con los nefastos resultados para España que todos sufrimos, no dudaría en presentarse y pedir la confianza de quienes realmente debiera depender en una democracia, los ciudadanos. La realidad es que Rajoy sabe que nunca volvería a ocupar un puesto que consiguió solo debido a la desesperanza y abstención poco ilustrada de muchos, y que entonces tendría que responder de los gravísimos cargos que casi todos los ciudadanos sabemos es responsable y, “salvo en alguna cosa”, culpable.
María José Téllez Diego