Mutación del desafío catalán
El desafío independentista liderado por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, muta ante la falta de garantías democráticas que tenía el referéndum previsto para el 9 de noviembre.
El ariete independentista muta ahora por necesidades de guion, porque el andamiaje jurídico y democrático era tan endeble que de proseguir con el pulso al Estado hubiera quedado como una simple caricatura. Ahora Mas intentará convencer a la bancada independentista para celebrar unas elecciones plebiscitarias anticipadas en las que pretende dejar claro que una victoria de esta opción validaría “per se” el camino de la independencia. En su intervención ante la opinión pública ya dejó claro que el adversario es el Estado español en un desesperado intento de convencer a su, hasta el momento, socios que optan, no obstante, por una declaración de independencia. Las falsas expectativas creadas serán un problema severo para poder gestionar los próximos meses en Cataluña. El camino sin retorno y sin salida en el que se había encajonado tenía poco recorrido y ahora sufrirá los hachazos de quienes hasta ayer eran sus casi socios de Gobierno. El sucedáneo de votación planteado en locales propios de la Generalitat tendrá la misma validez que una tómbola y solo pretende calmar los calentados ánimos de los sectores más radicales en un paripé tan bochornoso como poco sensato. Además, sabedor de que en unas elecciones anticipadas en las que no fuera junto a Esquerra Republicana, se desplomaría en los resultados, la encrucijada en la que se encuentra Mas es de órdago. Sería buen momento para intentar negociar una salida con el Gobierno de Rajoy que debería mover pieza.