Música alegre para amenizar los momentos más dichosos
El romanticismo está de moda. Así lo demuestra el éxito de Noches de Ronda, una minituna que se dedica a amenizar, durante todo el año, diversos actos sociales, con especial aceptación de las serenatas a las novias. El proyecto está integrado actualmente por seis alcalaínos. Se trata de Antonio Baeza —que toca el laúd—, Rodrigo Pérez Ferreira —con el mismo instrumento—, Jesús Rosales y los hermanos José Luis y Javier Álvarez —los tres a cargo de la guitarra y la percusión— y, la última incorporación, José Martínez —que lleva un guitarrón mexicano—. Todos cantan también.

Este grupo estable es el resultado de un proceso que se remonta a los años 90 del pasado siglo, en el seno de un grupo de quince amigos y quince amigas. Los varones ensayaron dos composiciones muy conocidas, “Clavelitos” y “Paseando por el parque” para cortejar a los jóvenes. La idea gustó, ya que muchos vecinos recordaban que hacía décadas que se había perdido la costumbre de rondar a las mozas en Alcalá. “Con el tiempo aumentamos el repertorio y entraron y salieron muchas personas”, explica Antonio Baeza.
En la actualidad se trata de un grupo bastante estable cuyos componentes acuden ataviados con atuendos formados por trajes oscuros —en algún caso con capa— y botas. Durante el último año la actividad del colectivo vive un repunte, de manera que las salidas no son solo los fines de semana, sino cualquier día. En ocasiones tienen tres y cuatro convocatorias casi seguidas. Además de en Alcalá y sus alrededores, los agradables tunos reciben llamadas desde Granada o Málaga.
“Hemos ampliado el repertorio. Aparte de las típicas serenatas, también interpretamos rumba y salsa”, indica José Luis Álvarez. Ahora, aunque hay convocatorias para cumpleaños, bautizos, jubilaciones o enlaces nupciales, la propuesta que tiene más demanda y tirón es la de las prebodas. Se trata de actuaciones, la noche anterior al casamiento, en las que se canta para la novia. Se unen allegados y vecinos, de manera que llegan a congregarse hasta doscientas personas. “A veces esto se convierte en una especie de verbena en la calle. Se nota que la gente está menos nerviosa que en las bodas”, explica Baeza. Las actuaciones de la “minituna” son muy flexibles, ya que pueden durar desde media hora hasta cuatro veces más. La iniciativa deja margen para la improvisación y se interactúa con el público, que lo pasa en grande. Los propios músicos se definen como amigos, de manera que para ellos acudir y es como salir de fiesta. El colectivo está muy presente en las redes sociales, donde suele “colgar” fotografía con sus actuaciones en las que la alegría es ominipresente.