Mureño, un viaje modesto hacia la ilusión
No pierden la sonrisa, ni las ganas de competir a pesar de haber probado poco las mieles del triunfo. El Mureño CF es el peor equipo federado sénior de la provincia en el arranque de temporada.
Es el colista del grupo I de Tercera Andaluza —antigua Primera Provincial— con unos pobres guarismos: cuatro derrotas en otras tantas jornadas y cuatro goles a favor por veintiocho en contra. Unos números que hundirían la moral de cualquier deportista, menos la de los jugadores del equipo de fútbol de Mures, una entidad menor local de Alcalá la Real de poco más de setecientos habitantes, incluyendo sus cinco núcleos de población. El Mureño es el orgullo del pueblo que, cada quince días, acude en peregrinación al Estadio de Las Eras, un campo hasta hace tres temporadas de tierra y cubierto de piedras.
Rafael Laguardia es el alma máter del club. Hace cuatro años regresó al pueblo después 35 años en Cataluña. Ya jubilado decidió, junto con otras cinco personas, fundar el Mureño CF. Los comienzos, como en cualquier otra actividad, no fueron sencillos: Había que levantar de la nada los cimientos de un club en un municipio sin tradición futbolística, salvo los partidillos de los amigos y algún que otro torneo local. Lo primero que hicieron fue adecentar el campo. Cambiaron la tierra por albero, pintaron las porterías, a las que colocaron redes, arreglaron las gradas y los vestuarios y dejaron una modesta, pero coqueta instalación. Una vez culminada la remodelación, tocó el turno de reunir a un grupo de jugadores dispuestos a representar a la entidad menor local en todos los campos de la provincia. En esa selección colaboró activamente el lateral derecho y capitán del equipo, Patricio Jesús Quintanilla, más conocido como Patri, de los pocos con experiencia en el fútbol federado. “No fue fácil, ya que la mayoría de los futbolistas habían jugado, pero entre amigos y partidos amistosos”, recuerda Patri, un mureño nacido en Valencia que hace una década se instaló en el pueblo, donde es propietario de una empresa de construcción. Concluida la confección del plantel, formado por jugadores locales y algunos de Alcalá, se diseñó un escudo que simboliza la historia de Mures, con el olivo, la Fuente de los Tres Caños, los ríos que se cruzan en la zona y la bandera de Andalucía. Un emblema que los futbolistas defienden con el corazón y con el orgullo en todos los campos jiennenses, donde son tratados con deferencia. “Sea cual sea el resultado final, reina siempre el respeto. Eso es importante para un jugador y para el equipo”, destaca Patri.
La pelota echó a rodar hace tres temporadas con más pena que gloria. Su primera temporada fue desastrosa, solo ganaron tres partidos de los 30 que disputaron y encajaron 152 goles. Con más moral que el Alcoyano, volvió a la carga al curso siguiente y, aunque repitió última posición, mejoró sus registros, puesto que a las cuatro victorias hubo que sumar tres empates. “El objetivo del vestuario es mejorar en cada partido y, sobre todo, que seamos competitivos en el terreno de juego”, indica el capitán.
De momento, las cosas no marchan todo lo bien que quiesieran, pero en su descarga conviene que decir la plantilla de este año es prácticamente nueva, por lo que necesita “un periodo de adaptación”. La forman 16 jugadores, con edades comprendidas entre los 18 y los 35 años. La mayoría son de Mures, pero también hay gente de Alcalá, Montillana y Benalúa de las Villas, estos dos últimos municipios de la provincia de Granada. Como es lógico, y norma general en el deporte aficionado, todos tienen otras ocupaciones al margen del fútbol, lo curioso, en el caso del Mureño, es que los futbolististas pagan por jugar. Antes del comienzo de la temporada, retiran abonos por valor de 150 euros. “Y hay quien recupera su dinero, pero otros no”, matiza Rafael Laguardia, exárbitro durante más de tres décadas en las ligas regionales catalanas.
Estructura. Uno de los progresos de los que más feliz se siente la junta directiva presidida por Juan Ramón Castro, empresario de la construcción, es de su cantera. Y no es para menos. El Mureño ha conseguido que la chavalería del pueblo dé patadas a la pelota. En la actualidad, además del sénior, pasean el nombre de la aldea por la provincia un equipo benajamín, otro alevín y un cadete. “Y el juvenil —apostilla Laguardia— no ha salido por poco. La pena es que nos han faltado jugadores”, lamenta el directivo.
El Mureño también puede presumir de afición. A pesar de que solo cuenta con medio centenar de socios —que pagan diez euros por el abono de toda la temporada—, el número de hinchas que se da cita en Las Eras es mucho mayor y va más allá de las novias y de los familiares de los futbolistas. “Es una motivación extra de que cada vez sean más los aficionados que van a vernos”, dice con satisfacción Patri, quien el domingo vivirá un nuevo derbi ante el Alcalá Enjoy. “Son partidos especiales y muy bonitos de jugar, porque el campo se llena y se respira ambiente de fútbol”. El Mureño espera dar la campanada y voltear el resultado de la pasada temporada. “Sufrieron para ganarnos uno a tres. Hemos mejorado y seguro hacemos un buen partido ante nuestra afición”, confía el capitán.
Con un presupuesto de apenas 16.000 euros y sin prácticamente ayudas públicas, el Mureño es un ejemplo de constancia y de defensa de una filosofía basada en la promoción del deporte entre los más jóvenes de la entidad local menor.