“Muerte y resurrección” en Mogón
Mogón volvió a disfrutar, dentro de sus actividades de preferia, de su tradicional “entierro del alcalde”, un modo singular de promoción turística único en Andalucía. La tradición indica que el pedáneo de este núcleo perteneciente al municipio de Villacarrillo “ha fallecido” o, mejor, comienza su periodo de vacaciones, aunque la realidad no sea esa, ya que es, precisamente, en el periodo de fiestas cuando se acumula el trabajo.
Mogón volvió a disfrutar, dentro de sus actividades de preferia, de su tradicional “entierro del alcalde”, un modo singular de promoción turística único en Andalucía. La tradición indica que el pedáneo de este núcleo perteneciente al municipio de Villacarrillo “ha fallecido” o, mejor, comienza su periodo de vacaciones, aunque la realidad no sea esa, ya que es, precisamente, en el periodo de fiestas cuando se acumula el trabajo.

En la propuesta se dan todos los elementos de un sepelio, incluidos el ataúd, el “difunto”, la “desconsolada viuda” y todo el “cortejo fúnebre”. Tras el “velatorio” en el Centro Municipal, lugar lógicotratándose del máximo dirigente municipal, y con el sonido de los cohetes y la música de la banda local de trompetas y tambores, la comitiva emprendió su recorrido por las calles. Familiares y amigos, de riguroso luto o con brazaletes negros, portan el féretro con el cuerpo inmóvil y “amortajado” del joven pedáneo Jesús Pérez, con el rostro maquillado, lo que aporta un toque más siniestro.
La comitiva hace pequeñas paradas en los diferentes establecimientos hoteleros que encuentra a su paso y durante ese pequeño descanso para recuperar fuerzas se “ahogan las penas” con un buen refrigerio, debidamente rebajado con unas gotas de licor para hacer más agradable el sabor y pasar ese mal trago del deceso.
Finalmente, tras el periplo por las calles y las obligatorias paradas en los bares, el cortejo fúnebre llega a la última parada, que está situada en la playa fluvial del Charco, en el río Aguascebas. En este lugar del itinerario la gente se agolpa en el puente y en las márgenes del río y, después de unos momentos de tensa calma, el cuerpo del alcalde es arrojado a las milagrosas aguas del curso fluvial, que lo devuelven la vida para poder continuar con la fiesta de su resurrección hasta altas horas de la madrugada. Esta convocatoria estival atrae, cada edición, a numerosos curiosos procedentes, sobre todo, de municipios de Jaén. Se trata de unas de las manifestaciones más especiales de la idiosincrasia de este anejo de Villacarrillo. Una manera de fundir la vida y la muerte de un modo sugestivo y en un ambiente festivo y desenfadado, a pesar del carácter lúgubre de la comitiva que conduce el cuerpo inerte del alcalde ficticio.