Mucha prisa por ver el mundo

Irene Bueno / Jaén
Manuela Moreno Cárdenas tenía mucha prisa por ver el mundo. Tanta que a su madre no le dio tiempo ni a recorrer unos metros desde su casa para ir hasta el lugar en el que la niña asomó la cabeza.

    24 sep 2011 / 09:27 H.

    Al menos, la parturienta tuvo ayuda especializada gracias a la cercanía del centro de salud de La Magdalena.
    Manuela Cárdenas Ruiz está ingresada en la sexta planta del Hospital Materno-Infantil. Des- de su ventana puede distinguir la terraza de su casa solo unas calles más arriba, en el barrio de La Magdalena. Por ello, nunca pensó que, ante una emergencia, no le diera tiempo a llegar al centro hospitalario, como así fue cuando se presentó el alumbramiento de su segunda hija, Manuela Moreno Cárdenas.
    La mujer asegura que le faltaban todavía unos días para alcanzar la fecha probable de parto pero que, de su primera hija, la pequeña Ainoha, también se adelantó. No obstante, en este segundo caso, nada le hizo sospechar de que el momento estaba tan cercano. Explica que el miércoles se acostó sin molestia alguna y que el jueves, cuando se levantó, comenzó a notar contracciones muy leves.
    Se lo hizo saber a su marido, David Moreno Muñoz, y comenzaron a preparar el bolso necesario para salir hacia el hospital. Con ellos llevaban a su primogénita que, con poco más de un año, vivió en primera persona el nacimiento de su hermanita. Manuela narra que, unos metros más abajo de su casa, cuando se dirigían a coger el coche, le dijo a su marido: “No corras que no puedo dar el paso”. Entonces puso su mano entre las piernas y notó que la cabeza de la niña estaba casi fuera.
    Esto sucedió a la altura de una frutería y tanto propietarios como clientes acudieron rápido a socorrer a la pareja. El centro de salud de La Magdalena está unos portales más abajo y la primera y acertada intención fue la de refugiarse en él. Gracias a esta idea, Manuela y su hija recibieron una atención especializada, ya que cuando llegó la ambulancia del 061, la pequeña estaba en el mundo con el cordón umbilical cortado. De paritorio se utilizó la sala de Educación Maternal, que nunca antes acogió un caso tan práctico, y tanto las dos matronas como los médicos y enfermeros colaboraron para conseguir un feliz desenlace.
    La pequeña pesó 2,800 kilos al nacer y es una preciosa niña que duerme plácidamente en su cuna del Maternal ajena a todo el revuelo que ha organizado en el barrio en el que vive su familia. Su madre cuenta anecdóticamente que, en el momento de nacer, los profesionales que la atendieron le sugirieron que le pusiera a la pequeña Magdalena, para que nunca olvidara esta bonita historia. Sin embargo, después de diferentes “negociaciones” conyugales, esta jiennense ya se llama Manuela.