Morata deja al Real Madrid sin la final de Berlín
Un gol de Álvaro Morata, a media hora para el final, eliminó al Real Madrid en las semifinales de la Liga de Campeones (1-1) y provocó un año en blanco para los de Carlo Ancelotti, que fueron incapaces de remontar el 2-1 traído de Turín, dejando escapar la oportunidad de jugar su segunda final consecutiva. No habrá Berlín que valga, ni perdices ni fuegos artificiales para el año de los madridistas. Un rebote de Morata, el canterano que no quiso Valdebebas, ajustició al vigente campeón de Europa. Hundido, desarmado, hipotecado al fútbol de su “innegociable” BBC. Así cayó el Real Madrid. Esa fue su condena. Sin rastro del conjunto que maravilló al mundo hasta diciembre, el Madrid terminó arrodillado sobre el césped del Bernabéu y perdió toda condición de galáctico. No hubo fútbol, solo corazón, y ante eso, los italianos son maestros en nadar y guardar la ropa. El gol de Morata fue de lo poco que generaron los juventinos en la capital de España.

Ancelotti ideó salir en tromba para arrinconar a la Juve y marcharse al descanso con el objetivo en la buchaca. Con Benzema de referencia en la delantera, los blancos firmaron una extensa nómina de ocasiones. Primero fue el francés, con una media vuelta que a punto estuvo de sorprender a Buffon, y después fue Cristiano quien no se entendió con el 9 en su intento por asistirle. Los de Allegri, por su lado, olvidaron los apuros en cuanto ponían el balón en tres cuartos de campo. Vidal, con un disparo lejano, avisó a Casillas al cuarto de hora y Bonucci, con un extraño remate de cabeza, desaprovechó la oportunidad de adelantar a la Vecchia Signora. Aunque ninguna de ellas fue tan claras como las que tuvo el Madrid. En los mejores minutos de la primera parte, con la presa más pendiente del repliegue, el vigente campeón de Europa contestó con su mejor fútbol, el que pasa por las botas de Isco. El malagueño, cuyo nombre ha de escribirse con mayúsculas, se entregó en cuerpo y alma a la causa. Guerrero en defensa y estilista de pincel fino en el balcón del área. Él fue quien dirigió, al calor de un notable Kroos, los mejores momentos del Madrid. Una daga tras otra, que acabaron con el premio del penalti. En el ecuador del primer acto, y tras una internada de James, la Juve cavó su propia tumba, aunque no fuese muy profunda. Chiellini, en su afán por rebañar el balón al colombiano, le trabó en el regate, y el árbitro no dudó en señalar la pena máxima. Cristiano, que había fallado contra el Valencia tres días antes, no erró en esta ocasión y batió a Buffon por el centro. El gol hizo estallar a la parroquia merengue y sirvió para mejorar sus prestaciones.
En la segunda mitad, más de lo mismo, pero sin la gasolina del primer tiempo. Los de Ancelotti fueron de más a menos y chocaron contra la defensa rival, una de las mejores en el Viejo Continente. No hubo forma de lograr el 2-0 y eso que Bale tuvo hasta cuatro ocasiones muy claras que desperdició en el área de castigo. Ni con la cabeza, ni con la zurda, ni tan siquiera en el disparo de media distancia encontró cobijo el galés, que cabreó a la grada blanca. La entrada de Chicharito dio más movilidad a los suyos, pero tampoco sirvió para modificar el guión. Para colmo, cuando corría el minuto 60, Morata se la clavó hasta el fondo. Un balón sin dueño, tras varias remates de cabeza, terminó en los pies del canterano madridista, que no falló ante Casillas. El delantero del campeón de la Serie A no celebró la diana, pero metió a los suyos en la final. Todavía quedaba media hora para que Morata fuese el héroe juventino, como en su tiempo ya hiciese Morientes con el Mónaco, pero el reloj acabó por convertirlo en verdugo.