MONTSE AGUAYO ARAGÓN. "Antes no era nada fácil encontrar zapatos del 32"
Pepi Galera Espinar
Las ideas para los negocios que mejor funcionan suelen surgir de dar respuesta a problemas sencillos y cercanos. Durante toda su vida, para comprarse unos zapatos, tenía que hacer más de 300 kilómetros. Así, no tardó en madurar la idea de abrir una zapatería con tallas especiales junto con sus dos hermanas, Raquel y Belén. Su valiente apuesta se materializó, hace unos cuatro años, en Queta Aragón. Nada mejor que el nombre de su madre para llamar a este gran proyecto en el que se embarcaron. Por el momento, según asegura, el único establecimiento con zapatos de mujer desde el 32 hasta el 44. Pero ahí no queda su valía profesional. Al mismo tiempo, compagina su faceta como empresaria con su trabajo como auxiliar de clínica.
Las ideas para los negocios que mejor funcionan suelen surgir de dar respuesta a problemas sencillos y cercanos. Durante toda su vida, para comprarse unos zapatos, tenía que hacer más de 300 kilómetros. Así, no tardó en madurar la idea de abrir una zapatería con tallas especiales junto con sus dos hermanas, Raquel y Belén. Su valiente apuesta se materializó, hace unos cuatro años, en Queta Aragón. Nada mejor que el nombre de su madre para llamar a este gran proyecto en el que se embarcaron. Por el momento, según asegura, el único establecimiento con zapatos de mujer desde el 32 hasta el 44. Pero ahí no queda su valía profesional. Al mismo tiempo, compagina su faceta como empresaria con su trabajo como auxiliar de clínica.
—¿Cómo surge la idea de abrir una tienda con zapatos de tamaños especiales?
—Mis hermanas y yo tenemos un número especial de pie. Yo tengo un 32 y ellas un 34. Era muy difícil encontrar zapatos para nosotras, para lo que teníamos que ir a Sevilla y a Madrid. Después, los modelos que existían eran muy pocos, destinados más a señoras mayores. Era un gran problema, ya que cada vez que nos queríamos comprar unos zapatos teníamos que ponernos en carretera. Así que empezamos a madurar la idea de abrir una tienda. Desde siempre habíamos tenido la idea, hasta que un día vi este local. Jaén era un lugar muy complicado para poner una tienda tan especializada, por lo que también decidimos incluir números normales. Este sector tiene una clientela segura, pero, además, es muy especial porque no sólo es la talla, si no que cada pie es diferente. Los hay pequeños y muy anchos o, muy largos y estrechos. Es un mercado reducido y bastante complicado. Así también ampliamos a prendas de ropa y complementos.
—¿Sólo venden ustedes tallas especiales en Jaén en Queta Aragón Calzados?
—Sí. Es más, en España, sólo hay tiendas especializadas en Málaga, Sevilla y Madrid. Antes había una Valencia, pero ya la han quitado. Así, el mercado por internet también se mueve, pero son los mismos fabricantes.
—¿Se vende por internet?
—Sí, tenemos nuestra web y, a través de ella, nos conocen y nos encargan algunos modelos. Por ejemplo, hay un equipo de jugadoras de baloncesto de Valencia que vienen, de vez en cuando, un sábado por la tarde. Vienen y ya se llevan zapatos para todas.
—¿De cuál a cuál número tienen?
—Desde el 32 hasta el 44.
—¿Son los mismos modelos los zapatos de tallas especiales que los que habitualmente se encuentran en un 37 o un 38?
—De algunas marcas sí; otras, no. Hay dos o tres en España que se dedican a ellas. Ahí está la cuestión, en que los diseñadores y las fábricas quieran hacerlas. Tenemos la suerte de que la diseñadora Mariló Domínguez se ha preocupado de que nos hagan los números especiales. Pero, también, está el problema de la rentabilidad económica. Se venden, por ejemplo, 1.000 pares de la talla 38 y, 50, de la 32 y todos los fabricantes no están interesados en hacerlos. En realidad, a ninguna le sale rentable, pero es un sector de ventas a cuyas necesidades hay que responder.
—¿Los zapatos de tallas especiales también van por temporadas?
—Igual que los normales. Lo que pasa es que son un poco más caros, ya que tienen que diseñar las hormas especialmente y fabricarlas. Si otros tiene que repartir los gastos entre mil pares, estos son entre 50. Así, la diferencia puede estar en unos 25 o 30 euros.
—¿En Jaén hay suficiente demanda de este tipo de calzado?
—Sí, en la capital y en la provincia. Sobre todo, hay mucha demanda de números pequeños, más que de grandes, del 32 al 34. A partir de este año, ya se va a considerar el 35 una talla especial, porque, en las zapaterías normales, de esa talla sólo hay un modelo o dos, no como de la 36 o la 41.
—¿Cuántos modelos de estos números trae cada temporada?
—Entre botas y zapatos, como mínimo, de doce a quince. Cada vez hay más diseños y más modernos, pero es algo más complicado. Además, quien tiene un 32, al ser más caros, tampoco se puede comprar cuatro pares cada temporada. Normalmente, suele ser modelos clásicos, en colores que no pasan de moda, como marrón y negro. Aun así, si se quiere un determinado modelo, se puede encargar y se hacen. Es algo más caro, pero posible. Hay una fábrica que los hace en un plazo de veinte días a un mes.
—A la hora de montar su negocio, ¿encontró muchas dificultades?
—Muchísimas. Como mujeres empresarias no nos dieron ni una subvención. Además, por la época y el emplazamiento, nos encontramos con las obras de El Corte Inglés, por lo que no había mucho paso de gente para que nos conocieran. Pero, afortunadamente, después, nos ha ido conociendo la gente poco a poco gracias al boca a boca. Entraban por los números especiales y se quedaban porque les gustaban los diseños.
—¿Cómo se organiza con sus hermanas para atender la tienda?
—Por las mañanas, suele estar mi hermana Raquel. Belén, que también es graduada social y trabaja en la empresa familiar de mi padre, lleva la contabilidad y los asuntos del papeleo.
—¿Es fácil compaginar su trabajo de auxiliar de clínica y la labor de empresaria?
—Por las mañanas, trabajo en la Clínica Luis Baños, donde hago un poco de todo, desde la recepción de pacientes hasta el apoyo en las consultas. Cuando termino, como rápido para venirme, a las cinco y media, a la tienda. Algunas veces es una locura. Por este ritmo, aunque tengo ganas, aún no me he decidido a ser madre.
—¿Dejaría alguno de los dos trabajos?
—Ahora ni me lo planteo. Es muy difícil sacar un negocio adelante y, mucho menos, si tienes que contratar a alguien. La crisis también se nota aquí, aunque vamos creciendo poquito a poco. No hemos vivido momentos de vender muchísimo, pero tampoco estamos para cerrar.
—¿Qué es lo más difícil de su trabajo?
—Por un lado, el trato con el público, ya que, aunque llevo 16 años de cara al cliente, hay que tener mucha paciencia porque la gente suele ser muy exigente e indecisa. Por otra, también es complicado hacer los pedidos y elegir los modelos que pensamos que se van a vender mejor.
—¿Cuáles son las propuestas más originales de este negocio?
—El año pasado abrimos un outlet, donde vendíamos zapatos a precio de costo. Lo malo es que la gente se acostumbra y quiere modelos de temporada a precio de saldo, algo que no es sostenible. Lo que sí hacemos, que no es habitual en tiendas de números especiales, es sumarnos a la época de rebajas como cualquier tienda. A pesar de esto, es muy frecuente que las personas con pies pequeños o grandes compren al principio de temporada y no esperen a las rebajas, ya que se suelen agotar.
—¿Cómo son los gustos de los jiennenses? ¿Qué es lo que más se lleva este año?
—En general, los jiennenses son reacios a las últimas tendencias. Por ejemplo, en la feria del calzado de Milán, se veían mucho los zapatos con cuña de estilo deportivo, que imitan una zapatilla. Aquí seguro que costará un par de años para que se vean en la calle. También se llevan mucho las botas de corsario y, como tejido, el ante.
—Por curiosidad, ¿cuántos zapatos tiene ahora, desde que abrió la tienda?
—He pasado de tener dos o tres pares de mi número cada año a tener más de veinte. Mi madre dice que tengo una tienda en casa. Este negocio también me ha servido para solucionar ese pequeño problema que tenía por mi número de pie.