Monte Lope Álvarez rinde homenaje al beato Aranda

La pedanía de Monte Lope Álvarez conmemoró la muerte del seminarista Manuel Aranda, quien fue beatificado el día 13 de octubre de 2013. Una vez más, la comunidad parroquial de Nuestra Señora del Carmen y la Asociación Manuel Aranda organizaron los actos de recuerdo, que comenzaron en el templo parroquial ante Jesús Sacramentado y la Virgen María.

10 ago 2015 / 09:10 H.

Desde ahí, la celebración se trasladó hasta la cruz que indica el lugar exacto en el que Aranda fue ejecutado el día 8 de agosto de 1936. Su sobrino y sacerdote de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, Antonio Aranda Calvo, fue el encargado de oficiar la santa misa en su honor.

Esta es la segunda vez que se desarrolla la conmemoración en la cruz que se encuentra a la entrada de la pedanía. Durante la ceremonia los vecinos escucharon atentamente las palabras del sacerdote, quien aseguró que, bajo el cielo del Monte, Manuel Aranda perdió la vida en la Tierra pero se ganó su lugar en el paraíso. “Durante los tiempos recios se crean amigos fuertes de Dios y Manuel vivió un momento muy complicado y, a pesar de eso, siempre estuvo cerca de Dios”, aseguró Antonio Aranda a lo largo de su reflexión.
El beato era un joven seminarista, natural de Monte Lope Álvarez, que fue arrestado y hecho prisionero en la iglesia de la Virgen del Carmen a la edad de veinte años, justo tres días después de que estallara la Guerra Civil española, en 1936. Durante su encarcelamiento fue maltratado por los milicianos que lo vigilaban. El 8 de agosto, alrededor de las 21:00 horas, lo enviaron a hacer su trabajo rutinario. En ese momento iba acompañado con dos guardias armados, que al llegar frente al cortijo de “oliveros” o de “ramales” lo obligaron a entrar hasta el tercer olivo y comenzaron a insultarle y a ordenarle que blasfemara contra Dios y la Iglesia. Manuel Aranda Espejo se negó con rotundidad y allí mismo lo ejecutaron.

Desde entonces, el joven seminarista está muy presente en la memoria de los habitantes de Monte Lope Álvarez, que recordaron el lugar donde el mártir falleció. Poco a poco se levantó una cruz y se adecentó la zona para que se convirtiera en lo que hoy en día es, un lugar de culto y bendición para todos los fieles del beato. También en la plaza de la parroquia se erigió un monolito en su memoria.