Mochileros solidarios que vuelven repletos de amor
Diana Sánchez Perabá
Extranjero se sentía Bunbury desde el momento que embarcó para emprender su viaje. No pensaba en la vuelta, ni le apenaba lo que dejaba. En su canción cabaretera el protagonista se sentía extraño en cada puerto en el que atracaba, pero cada lugar lo marcaba de una forma u otra. Conocer mundo, pero sobre todo descubrir y enriquecerse de las personas, de su idiosincrasia, su humor, recibimiento o frialdad. Los paisajes y las estampas paradisíacas quedan para el atrezo. Son parte del escenario.

Extranjero se sentía Bunbury desde el momento que embarcó para emprender su viaje. No pensaba en la vuelta, ni le apenaba lo que dejaba. En su canción cabaretera el protagonista se sentía extraño en cada puerto en el que atracaba, pero cada lugar lo marcaba de una forma u otra. Conocer mundo, pero sobre todo descubrir y enriquecerse de las personas, de su idiosincrasia, su humor, recibimiento o frialdad. Los paisajes y las estampas paradisíacas quedan para el atrezo. Son parte del escenario.
Porque lo importante, lo esencial para la familia marteña Cuesta Bonilla es que el camino absorba hasta que te libere de prejuicios y permita entrar en el corazón de quienes habitan esa ciudad. Verano para Pepe Cuesta Fernández y Conchi Bonilla Pareja suena a convivencia, enriquecimiento cultural y, sobre todo, espiritual. Así lo viven desde hace años y lo asimilaron con más potencia cuando, en 1983, tuvieron a su primera hija, Ana. Después llegaron María, Pepe y Antonio. Como una piña que se aprieta con el paso del tiempo y se endurece frente a cualquier adversidad, los Cuesta Bonilla se refuerzan con la entrada de nuevos miembros a la familia, como son su yerno José María Lara Barroso, marido de Ana y padre de la pequeña Ana, y su nuera Elena García, novia de Pepe. Su crecimiento nunca fue un obstáculo a la hora de emprender un viaje. “Siempre vamos juntos, somos muy familiares y los niños se lo pasan muy bien. No somos un matrimonio que viaje solo, nos gusta ir con todos. No sabemos estar solos”, afirma con orgullo Conchi, la que lleva la batuta en la casa, especialmente a la hora de organizar, desde el punto de partida, el viaje. “Ella es la que nos dirige y la que dice: ‘tú haz tu maleta, tú la tuya…’, vamos, que todos nos encargamos de todo. Digamos que ella es la que dirige la orquesta”, explican las hijas, convencidas.
En el interior de su piso se puede palpar una complicidad especial entre padres e hijos. El brillo de sus miradas deja entrever una maleta tan repleta de experiencias y sensaciones que parece rebosar en el tono de sus palabras. Hace unos días llegaron de sus viajes y aún los asimilan. Entre planchas, maletas medio vacías, objetos africanos, sacos de dormir y guías, los marteños se adaptan a su ambiente en la ciudad de la Peña. Sus viajes han sido de voluntariado, de cooperación, solidarios, altruistas y espirituales. En definitiva, vacaciones para ayudar a los demás y para enriquecer el alma.
Mientras que el matrimonio y los dos hijos menores han pasado unas semanas en Taizé (Francia), María ha colaborado, durante seis semanas, como voluntaria en Camerún, en un proyecto organizado por el movimiento San José de Calasanz. Un colectivo religioso al que toda la familia está vinculada. Con el cabello lleno de finas trenzas de estilo africano, María explica su experiencia. “Estuve con otro chico de Sevilla dando clases de verano y enseñando español a niños de Preescolar. También trabajamos en un proyecto para niñas discapacitadas a las que se les enseñaba costura, y en un centro para niñas sin estabilidad familiar. “Cuando fui allí me recomendaron que no cuestionara sus costumbres, sino que me lo tomara como que iba a compartir experiencias”, recuerda María.
El continente negro también fue destino para Pepe Cuesta y Ana, en 2003. Padre e hija cooperaron dentro del voluntariado misionero calansancio en Guinea Ecuatorial. “Fue una experiencia única. Cuando convives en las casas de estas personas que te ofrecen todo lo que tienen, aunque sea poco, reflexionas y te das cuenta de que lo que para nosotros es, ahora, una situación de crisis, ellos la viven desde hace años. Es perpetua”, apunta Pepe. La sonrisa fresca, sincera y luminosa de los niños es una imagen que Ana no borra de su álbum mental de recuerdos. “¡Y hay que ver cómo se mueven y cantan esos pequeños! Los africanos tienen muy asociada la música en todo lo que hacen durante el día”, comentan las dos hermanas. Pero este afán por enseñar y ayudar durante sus semanas de descanso no es casual. “En los veranos, desde pequeños, hemos ido a los campamentos que organizan las calasianas en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Y de mayores, mi hermana y yo hemos sido monitoras, incluso de nuestros hermanos”, dice Ana Cuesta.
Después de dos viajes al Camino de Santiago, en 2004 y 2010, la familia ha continuado, este verano, su enriquecimiento espiritual no desde el andar, sino a partir de la oración ecuménica. Un viaje en el que los hermanos Pepe y Antonio y sus padres, junto con un grupo de la comunidad de calasancias convivieron entre las 4.400 personas que acudieron desde diferentes puntos del mundo y de varias iglesias cristianas.
Su fe religiosa y su amor por viajar y conocer diferentes lugares y personas llevó a la familia hasta Tierra Santa, en 2005. “Somos una familia creyente y vernos en los lugares donde estuvo Jesucristo fue muy especial”, apunta la madre. Además, el año pasado viajaron hasta Madrid para participar en las Jornadas Mundiales de la Juventud.
Más reforzados y unidos, los Cuesta Bonilla adelantan que en sus próximas vacaciones repetirán viaje de voluntariado. Porque cuando la solidaridad y el altruismo corren por las venas es inevitable dedicar el tiempo personal a los más necesitados.
Medidas necesarias para el cooperante o turista solidario
A la hora emprender un viaje internacional, en especial para participar en proyectos solidarios, la Dirección General de Asuntos y Asistencia Consulares del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación indica una serie de recomendaciones. Sin embargo, en su web, el organismo apunta que carecen de efecto vinculante alguno y que operan como mero aviso o consejo. Además, recuerda que el Estado no resultará responsable de los daños o perjuicios que pudieran ocasionarse a personas o bienes.
2Antes de salir del país hay que llevar encima la documentación necesaria: billetes de retorno, escritos sobre el viaje, pasaporte o DNI, visado para aquellos países que lo requieran y un seguro de viaje lo más amplio posible.
3Adoptar las medidas necesarias para prevenir el robo o la pérdida de la documentación personal y de los billetes.
4Facilitar a algún familiar o amigo los detalles del viaje que se realizará —itinerario o datos del sitio de alojamiento—. Asimismo, es muy conveniente apuntar los datos en el Registro de Viajeros informático del Ministerio.
5Por si ocurriera cualquier imprevisto es bueno tomar nota del teléfono y la dirección de la embajada o el consulado de España en el país de visita.
6Viajar implica respetar las normas y costumbres del país de destino, de forma que hay que tener presente que constituye una obligación ineludible del viajero el respeto a las leyes de otros países. Incluso habrá muchos casos en que estas leyes difieran de forma sustancial de las españolas. Esta recomendación es especialmente importante en lo que se refiere a la tenencia, consumo y tráfico de estupefacientes —incluido el alcohol, en algunos países—.
7En caso de detención, habrá que solicitar inmediatamente a las autoridades locales que comuniquen dicha circunstancia al Consulado español.
8Cuando el turista se quede en estancias prolongadas se tendrá que registrar como transeúnte en la Oficina Consular.
9La situación sanitaria de cada país es diferente, de manera que es recomendable consultar los consejos y las normas sanitarias para viajeros internacionales del Ministerio de Sanidad y Consumo (C/Francisco Silvela, 57 - Teléfono 91-309.56.03- 28071-Madrid).