18 mar 2014 / 23:00 H.
Desde JAÉN. Podríamos decir que este ha sido uno de los temas centrales del papa Francisco en su reciente mensaje para la Cuaresma. También en sociedades desarrolladas no faltan personas y familias que viven de manera pobre y bastantes de forma mísera, porque “La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza”. La pobreza o la riqueza en sí mismas no tienen por qué ser malas. La historia está llena de personas que han vivido de forma feliz y ejemplar en uno y otro sentido, muchos de ellos imitando a nuestro Señor Jesucristo, siendo ricos, se hicieron pobres para enriquecer a muchos pobres. El Papa Francisco distingue “tres tipos de miseria: la miseria material, la miseria moral y la miseria espiritual. La miseria material es la que habitualmente llamamos pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana. No es menos preocupante la miseria moral, que consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus miembros —a menudo joven— tiene dependencia del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía! Esta forma de miseria, que también es causa de ruina económica, siempre va unida a la miseria espiritual, que nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor”.