Miradas a un pasado que hace singular una tierra

Pepi Galera Espinar
Singular. Así se puede definir el legado que dejó la cultura ibera en sus casi 700 años de historia en la provincia de Jaén. Es único por el elevado número de yacimientos y el valor artístico de las piezas que se han encontrado en ellos. Fue una civilización adelantada, que dejó una profunda huella en la que es hoy la cultura de esta tierra. Dentro de unos tres años, según está estimado, abrirá sus puertas el Museo Internacional de Arte Ibero en Jaén, un “continente” moderno, a la altura de legado que contendrá. Nace, doce años después de que se lanzara la idea, con la pretensión de ser un referente del arte y la cultura ibera en el mundo.

    13 sep 2009 / 11:27 H.

    Pero, ¿cuándo empieza el legado ibero de Jaén a resonar en el mundo? Fue con la exposición “Los Iberos: Príncipes de Occidente”, que recorrió París, Barcelona y Bonn. “La idea era que el cartel que anunciara la muestra en París estuviera protagonizado por la Dama de Elche, pero esta reconocida pieza no fue cedida para la exposición por lo que se decidió sustituirla por el Lobo de Huelma para la capital francesa y, por el Guerrero de Porcuna, en Barcelona y la ciudad alemana”, explica Arturo Ruiz, director del Centro Andaluz de Arqueología Ibérica (CAAI). Así, empezó a resonar el legado ibero de Jaén en todo el mundo. Estas son las piezas que “llamarán” a miles de visitantes a visitar Jaén, su museo, pero también su provincia, por la que están repartidos sus yacimientos, para conocer más de cerca la cultura ibera. ¿Qué es lo que podrán ver? Allí estarán, como base, las piezas expuestas en el Museo Provincial y sus fondos, pero habrá “mucha movilidad” que se realizará con las exposiciones temporales y las cesiones de otros museos. La interactividad y las nuevas tecnologías también tendrán su hueco en este museo del siglo XXI, con las que se dará una visión completa de lo que fue, y es, la cultura ibera.
    La escultura, en la que Cerrillo Blanco y El Pajarillo son sus máximos exponentes, son piezas únicas, con un incalculable valor artístico, que tendrán en el futuro museo, cuando se abra en 2012, un lugar especial en el edificio proyectado por Francisco Javier Sánchez Castro, Loreto Camacho Almansa y Fernando Mármol Hueso. Pero, ¿qué las acompañará? El catálogo de la galería aún está por cerrar, pero una comisión de expertos trabaja desde hace tres años para estudiar y hacer una selección de piezas que articulen y den sentido a esta infraestructura. “Hay que seleccionar el material que forme las exposiciones para saber qué contar. El legado ibero es muy amplío y su potencialidad es tal que, en los grandes yacimientos, el porcentaje excavado no llega al 10 por ciento. Si a esto le sumamos que, hay más de un millar de sitios arqueológicos en la provincia —desde una cabaña aislada, a los grandes oppidums o ciudades fortificadas— el número de piezas es inabarcable. De esta forma, más que llenar vitrinas, la idea inicial sería articular piezas características que cuenten quienes fueron los iberos”, señala Arturo Ruiz, que forma parte de la comisión de presmusealización. De esta forma, una forma de explicar al mundo quienes fueron los iberos y las huellas que han dejado en la cultura sería contar sus casi 700 años de historia, que abarca desde finales del siglo VII antes de Cristo hasta finales del III, con la conquista romana, explicar cómo pasaron del mundo fenicio, “inventaron” una sociedad urbana y fueron “romanizados” poco a poco. ¿Esto cómo se podría hacer? El investigador propone un recorrido en el tiempo, a través de sus espacios y las funciones. “Los iberos eran una sociedad urbana, en la que había conciencia de sociedad y libertad, existía un principio de ciudadanía”, cuenta. “Su cultura era mediterránea, tanto por sus paisajes, su gastronomía y su forma de vida. Esto hay que darlo a conocer para contextualizar las obras de arte como son las esculturas”, añade. Entre el basto legado ibero encontrado hay piezas repartidas por galerías tan representativas de toda España, como son el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, el de Granada o el de Barcelona. “Las primeras piezas excavadas fueron las embajadoras del mundo ibero descubierto en Jaén por todo el mundo. En el Arqueológico de Madrid, se podrían catalogar cerca de un millar”, señala el investigador. “En el caso de las colecciones privadas es más difícil conocer, a ciencia cierta, el legado ibero que existe repartido. En cualquier momento podrían ir apareciendo más piezas e, incluso, donarse al que será el Museo Internacional”, afirma Arturo Ruiz. “En el Museo de Valencia de Don Juan de Madrid, que es privado, hay una colección de más de 150 exvotos ibéricos de bronce y la colección Gómez Moreno, también privada, tiene exvotos procedentes de Castellar y el Collado de los Jardines de Despeñaperros”, añade Pilar Palazón, presidenta de la Asociación Amigos de los Iberos.
    “Ya hemos tenido reuniones con la Dirección General de Museos para tratar las posibles cesiones del legado ibero que está repartido por centros de España. Lo que sí es seguro que habrá piezas muy significativas para la inauguración”, explica la delegada de Cultura, Francisca Company. En cuanto a estas piezas, apunta el investigador: “Lo deseable sería contar ese día con la Dama de Baza o la de Elche, pero eso ya se verá”. “Lo que sí es necesario el intercambio continuo de legado entre unas y otras galerías para exposiciones temporales”, señala. “Esta es la forma de dar movilidad, de que el museo no quede estancado”, apunta. “Ya en el acto de colocación de la primera piedra, celebrado el pasado 3 de septiembre, el secretario de Estado de Cooperación Territorial, Gaspar Zarrías, ofreció la posibilidad de que, en un futuro, se trasladen fondos iberos sin exponer procedentes de Jaén que existen en el Museo Arqueológico Nacional”, señala Pilar Palazón.
    Se articulará en el Museo Internacional de Arte Ibero, de esta forma, una completa visión de lo que fue esta etapa histórica. “Son piezas que, además de su valor artístico, son testimonio de cómo era ese pueblo. Hay miles que, sin ser grandes obras de arte, como pueden ser los grupos escultóricos de Porcuna o Huelma, nos hablan de su día a día, cómo eran los paisajes que veían, de qué se alimentaban, cómo se vestían, cómo se defendían ante otros pueblos o en qué creían. Así, por ejemplo, las necrópolis son elementos clave, con sus ajuares funerarios, para conocer qué era para ellos el rito de la muerte”, destaca Arturo Ruiz. Existen necrópolis que, a partir de la disposición de sus tumbas, se puede saber quién estaba enterrado allí y cuál era su estatus en la sociedad. Aun así, en toda la etapa ibera, el rito de la muerte fue cambiando, por ejemplo, en torno al siglo VI antes de Cristo, era símbolo de poder estar enterrado solo, en grandes tumbas, como sucede en Hornos de Peal. Poco a poco, en torno al siglo IV, la situación social y el poder se medía, entre otros factores, con la cantidad de personas que se iban enterrando alrededor. Así fue cómo surgieron las grandes necrópolis. “Vestigios tales como un trozo de madera o de polen pueden llegar a decir qué tipos de bosques y de plantas formaban parte de su paisaje o de qué se alimentaban. Por ejemplo, a través de un horno de pan, sabemos con qué semillas lo hacían”, matiza el investigador. Yacimientos como estos dicen que, por ejemplo, los iberos ya hacían su propio vino. “Ahora queremos averiguar si aquí en Jaén también conocían y producían aceite de oliva, algo que, en la misma época, en la zona de Levante, ya se ha demostrado”, añade.
    Los iberos como pueblo hicieron singular una tierra porque, a pesar de extenderse desde el sur de Francia hasta Andalucía, dejaron en Jaén su mayor huella, que la sigue marcando.