Miedo bajo su propio tejado
De vuelta a su casa, la familia de Carmen Aguilar Anguita, teme aún que el edificio ruinoso y por el que fueron desalojados les destroce su vivienda. La vecina recuerda que lleva desde el año 2008 con denuncias, al Ayuntamiento, por el mal estado. Para Carmen Aguilar Anguita tener un tejado propio no es sinónimo de seguridad. Ella, su hermano y su madre temen que un “peligroso vecino” se les eche encima en cualquier momento y los entierre entre los escombros de su propia vivienda. La de Aguilar es una de las familias desalojadas tras la caída, el 2 de marzo, de una parte del tejado de la casa número 21 de Almendros Aguilar. “Estuvimos en el hostal de Renfe desde el derrumbe y hasta el pasado jueves, sin embargo, el trato de Asuntos Sociales no fue del todo bueno con nosotros”, apunta Carmen Aguilar, quien explica que, en un principio, no querían costearle el alojamiento tras los tres primeros días.

Ahora intenta volver a la normalidad, pero sin dejar de mirar de reojo la casa ruinosa que le hizo salir de su morada . “Tengo humedades en los cuartos y, de vez en cuando, aún se escucha la caída de escombros de la vivienda abandonada a mi tejado y mi patio”, cuenta la vecina, en la terraza, desde donde se aprecia el mal estado de la construcción con la que convive.
Su testimonio emana desesperación e indignación. Y es que el derrumbe de la casa lo padece desde directamente la familia Aguilar hace años. “He mandado escritos a la Gerencia de Urbanismo desde 2008, en los que explicaba nuestro miedo por la vivienda contigua”, apunta la jiennense, mientras saca, de una carpeta, bien ordenados, cada uno de los resguardos de la Institución local y sus denuncias. Una “relación postal” en la que el perito le llegó a dejar constancia del presupuesto para arreglar los desperfectos de la casa vecina: 1.705,35 euros. “Eso era lo que la constructora responsable del inmueble debía pagar para solucionar esta situación. Pero el Ayuntamiento no hacía nada, solo relataba que estaba en mal estado”. Hasta que el capricho de la ley de la gravedad quiso que los restos que se despedazaban cayeran a la calle el pasado día 2. “Ese fue el detonante de que nos desalojaran, porque fueron a parar a una zona de mucho paso”, dice la residente, quien aclara que, a lo largo de estos años, el técnico de Urbanismo que visitó su casa para hacer los informes la atendió “muy bien”.
La “particular batalla” de Carmen Aguilar por defenderse del “amenazante” edificio continúa y asegura que insistirá en sus denuncias.