Mi España Cañí
El carisma, entendido como el don de seducir, de atraer hacia uno con la palabra o la presencia, es algo saludable, sin duda, es como el “feeling” que dicen los ingleses, es como la cagada del pavo, para que ustedes me entiendan, al golpe. Lo que está claro es que en política a la larga no es más que farfolla, sí, aquellas hojas de maíz con las que rellenaban los colchones los pobres que no podían permitirse una lana a precio de oro.
Y hablando de lana y ovejas, les diré que así es como me siento a veces como ciudadano, como oveja de un rebaño merino o churro. Para ellos, en su ignorancia, son lo mismo las churras que las merinas, el caso de seducir con el cencerro de la dialéctica, pero a la larga la farfolla, la lana, y si me lo permiten, la cagada del pavo, a la larga son insuficientes. La inmediata atracción que despiertan en nosotros unos gestos medidos, un señor con corbata, barbilampiño con o sin frenillo, no deben tomarse en serio con respecto a los conceptos transcendentes; esos envoltorios de asesores de imagen no van a ayudarnos en las cuestiones transcendentales para nuestras vidas. Esos líderes que no son más que una imagen de colores engañosos deberían ser alcalduchos de remotas aldeas de provincias y deberían emplear su tiempo en la dialéctica y en la anécdota política que es a lo que se dedican en realidad, entre otras cosas. Ya lo decía el bueno de Sancho: “Yo nací para ser gobernador; Mejor se me entiende a mí de arar y cavar, podar y sarmentar las viñas, que de dar leyes, ni defender provincias ni reinos. Bien se está San Pedro en Roma: quiero decir, que se está cada uno usando el oficio para que fue nacido”. Debajo de esas personas que pasan por brillantes gestores no veo más que memez. Me rindo, lo digo sin ironías, sin dobles sentidos, me rindo y me uno a su casi divina dialéctica, a nuestros carismáticos líderes y proclamo con ellos a voz en grito: ¡Libertad, igualdad y fraternidad! ¡Dios, Patria y Rey! ¡Navegación, industria y comercio! ¡Barcelona, Madrid y Sevilla! ¡Fe, esperanza y caridad! ¡Pan, aceite y tomate! ¡Café, copa y puro! ¡Viva la España cañí!
Miguel Ángel Olivares es escritor