30 ago 2009 / 09:37 H.
El aumento de casos de infección por la gripe A con el consiguiente incremento de víctimas mortales por la enfermedad lleva aparejado un mayor debate social sobre las medidas contra la pandemia. Todo lo que sea consensuar propuestas con el Ministerio de Sanidad será bienvenido, otro asunto es que haya una cascada de ideas sin reflexión previa de colectivos particulares y que sólo contribuyen a generar ruido y preocupación a la sociedad. Corresponde a la titular del Ministerio coordinar y planificar que todo español reciba la misma atención al margen de la comunidad en la que se encuentre. Corresponde, de igual forma, a la oposición velar para que esta premisa se cumpla y forzar para que el Ejecutivo responda con toda la agilidad y corrección que requiere la situación. No corresponde, sin embargo, al principal partido de la oposición alarmar con pretensiones ilógicas como vacunaciones masivas que ni, por ahora, recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) ni están previstas en ningún país. La vacuna de la gripe A estará, según todas las previsiones, en el mes de noviembre y desde Sanidad ya se adelanta que con ella se cubrirá a “todos los grupos de riesgo”, es decir, al personal sanitario, los niños de entre cero y catorce años, los enfermos crónicos y las embarazadas, aunque no se descarte ampliar la vacunación a otros colectivos. Alcanzada ya la veintena de muertes por esta dolencia y ante el previsible ascenso de casos con la llegada del otoño, cabe pedir un esfuerzo común para no colapsar los centros de salud, urgencias y hospitales cuando no sea necesario. De igual modo, el debate político no debería girar sobre una enfermedad y para eso sería necesario que partido en el Gobierno y oposición pactaran un programa básico sobre la gripe A, pero también habría que exigir mesura en las propuestas de los colectivos sociales.