Mentiras periodísticas

Desde hace muchos años dedico varios días a leer los recortes de Prensa que he ido acumulando en cajones dispersos. Suelen ser festivos como Umberto Eco en agosto. El gran maestro lo hace casi para divertirse y yo para instruirme. 'Leyendo los recortes de Prensa —escribe— se tiene una dolorosa sensación, por lo menos si se lleva en el bolsillo un carné de la asociación de los periodistas. Los periódicos mienten. Sobre todo porque acogen a los colaboradores como yo, que, a diferencia de los enviados especiales profesionales, escriben únicamente sobre lo que han leído y no se preocupan de comprobar las fuentes'.

    22 abr 2013 / 14:27 H.

    Eco es famoso sin necesidad de recursos como los de Plinio el joven, que pidió a Máximo, Tácito y otros autores amigos que le citasen en sus escritos para que su nombre fuera conocido. Sobre todo lo es por El nombre de la rosa, y paga las consecuencias que Vargas Llosa describe en La civilización del espectáculo. También es crítico con la Prensa que no confirma las noticias sobre las que escribe. El italiano aporta una decena de ejemplos personales para argumentar el título Periódicos y mentiras, escrito en 1987. “Un periodista gracioso inventó que cuando trabajaba en televisión (…) me quitaron mi escritorio y mi silla y yo seguí trabajando de pie en el pasillo”. Suficiente. Habiéndose desmentido sigue escribiéndose como si fuera verdadero. No pretendo situarme en los estadios de Eco y Vargas Losa, merecería entonces ingresar en la asociación de imbéciles, pero convendrán conmigo que casi la totalidad de los colaboradores de la Prensa escrita son santos inocentes respecto a los de ciertos programas de televisión, precisamente aquellos en los que presumiendo de periodistas dañan la profesión. La reflexión  reaparece escuchando en Sálvame comentarios que deducen prevaricación del tribunal que ha juzgado a Isabel Pantoja, realizados con actitudes contrarias a la periodística. La más exagerada, Mila Ximénez repite una información falsa sobre una entrevista de Isabel Pantoja y Gaspar Zarrías con insinuaciones calumniosas. Como sé el contenido de esa entrevista, aseguro que el difundido se integra en las mentiras aludidas por Eco. El verdadero guarda cierta relación con otra periodista del programa, Lidia Lozano. Zarrías la despachó rápido, y si la pretensión fuera defenderlo señalaría su costumbre de entrevistarse con casi todo el que se lo pedía y contestar a todas las llamadas telefónicas aunque superasen el centenar cada día, pero lo que me motiva es que la tal  respalde su mentira con epítetos contra Andalucía, solo porque pretende el éxito con demagogia e histrionismo burdelero en vez de con inteligencia y probidad profesional. La lectura freudiana de su cara prueba que vive cargada de frustraciones de las que no somos culpables los andaluces.
    Juan José Fernández Trevijano es periodista