Menéndez Pidal

MANUEL MONTILLA MOLINA desde PORCUNA. No son intangibles todas las numerosas teorías y afirmaciones de Menéndez Pidal. Muchas páginas de los más grandes historiadores han sido discutidas o rectificadas o pueden serlo. La ciencia es siempre avance, crítica, renovación. Pero, el formidable rigor científico y el enorme saber de Don Ramón aseguran la vigencia de la gran mayoría de sus construcciones históricas. Le han reprochado haberse dejado ganar por un férvido amor a España al escribir sus grandes obras. Yo juzgo un elogio tal reproche. 

    16 nov 2012 / 23:00 H.

    ¿Por qué avergonzarse de amar al país donde hemos nacido y vivido, cuna y sepulcro de los nuestros, cuya lengua hablamos, del que hemos recibido una múltiple herencia temperamental y a cuyo destino estamos unidos? ¿Por qué posponer ese amor al de ideologías, que pueden ayudar a mejorar la vida de la patria por no sustituir al conjunto de valores que integran la trama de la misma? ¿Por qué desdeñar la propia para curvarse ante patrias foráneas, abultando torpezas que todos los pueblos  cometieron, torpezas que con fruición se centraron otrora injustamente en nuestro ayer y que injustamente continúan centrándose en él? ¿Por qué considerarnos eternos deudores de las empresas culturales de los otros e incapaces de abrir en ellas caminos? ¿Por qué menguar con mal disimulado papanatismo nuestras aventuras espirituales? ¿Y por qué no intentar explicar nuestras auténticas flaquezas en función de las difíciles misiones históricas que nos tocó cumplir? Hombre de izquierda, faltó a don Ramón valor para sumarse al grupo de los que prefirieron el exilio a la vida bajo el régimen que triunfó en la guerra civil. Si él, Ortega, Marañón, Pérez de Ayala, Américo Castro y otros como ellos hubieran permanecido insumisos y al margen, habría habido una tercera España que habría quizá cambiado los destinos de todos los hispanos. Don Ramón no está muerto, vive aún en sus obras. MANUEL MONTILLA MOLINA