'Me encantaría poder vivir de la música'
María José Ortega / Jaén
Marteña de pura cepa y artista de alma y corazón. A Irene Martínez le asoman los aires andaluces por dentro y por fuera. Disfruta con una flor flamenca en el pelo y parece pisar más segura sobre tacones. Es evidente que el cante le invade de los pies a la cabeza. Estuvo en el reto del programa “Se llama copla”, a un paso de mostrar y demostrar a toda España un tesoro gutural que la acompaña desde pequeña. No se rinde, sigue presentándose a concursos y casting, tiene un público que la espera y una bata de cola para triunfar.
Marteña de pura cepa y artista de alma y corazón. A Irene Martínez le asoman los aires andaluces por dentro y por fuera. Disfruta con una flor flamenca en el pelo y parece pisar más segura sobre tacones. Es evidente que el cante le invade de los pies a la cabeza. Estuvo en el reto del programa “Se llama copla”, a un paso de mostrar y demostrar a toda España un tesoro gutural que la acompaña desde pequeña. No se rinde, sigue presentándose a concursos y casting, tiene un público que la espera y una bata de cola para triunfar.
—¿Cómo llega Irene Torres a las puertas de un programa de copla en televisión?
—Fue paso a paso. Siempre he estado cantando en coros parroquiales y en un coro romero. Así poquito a poco, hasta que un día me llamaron para actuar en el teatro para una gala benéfica y fue la primera vez que canté sola. Desde ese momento empecé a indagar en el mundo de la copla. A la gente le gustó mucho, me animó y a partir de ahí salió lo del programa de “Se llama copla”. Fue entonces cuando me centré más en estudiar la canción española.
—¿Cómo fue la “fugaz” experiencia de su paso por “Se llama copla”?
—Fue una experiencia agridulce, algo que nunca había visto. Nunca pensé que podría llegar a estar en un programa de televisión. Me quedé con la miel en los labios porque no tuve la oportunidad de conocer todo lo que había allí dentro. Aunque entiendo, como se suele decir, que hay muchos pobres por la misma cera. Y es cierto que en este mundo se mueve más por contactos y que a la gente humilde nos cuesta más trabajo llegar alto.
—¿En qué cree que se basó el jurado del programa para tomar su decisión?
—No me dieron explicación. Pero después, al ver el programa, saqué la conclusión de que fue por una cuestión de género. Todos los años, en el concurso, suele haber dos o tres hombres y tuve la mala suerte de retarme con uno. No iban a sacar a un hombre para meter a otra mujer más, cuando ya había dentro mayoría de féminas.
—¿Se le han abierto muchas puertas desde el concurso?
—Sí, lo mejor que tiene el programa es que es un escaparate, te ve y te conoce mucha gente. Desde que salí del concurso se me abrieron muchas puertas en concursos en las peñas, asociaciones, ayuntamientos y en actuaciones en Martos para las que antes no me llamaban porque no me conocían.
—¿Con qué compagina el cante?
—Mi pasión desde pequeña ha sido la música, pero como era un mundo más complicado y desde siempre me ha gustado ayudar a la gente, decidí estudiar Trabajo Social. Actualmente estoy desempleada, aunque me surgen empleos eventuales. Próximamente, entraré a trabajar como directora en el albergue de inmigrantes en la campaña de aceituna. Mientras tanto, voy haciendo algunos “pinitos” en el cante.
—¿Qué palos son los que domina Irene Torres en el escenario?
—Actualmente estoy aprendiendo flamenco. Pero lo que más canto son las colombianas, los fandangos, las bulerías o las alegrías. Ahora me gustaría poder centrarme en el cante jondo. Por otro lado, me inclino por la copla más aflamencada, sobre todo, las que van por bulerías, o por tientos. A mí me gusta mucho el cante que lleva la Niña de Antequera, Perlita de Huelva y Manolo Caracol. Cantantes más aflamencados, no tanto como Concha Piquer que es una artista más clásica. Me tiro más por la copla que es más de flamenco.
—¿Cómo recuerdas la primera vez que subió a un escenario?
—Lo recuerdo con muchos nervios. Tenía mucho miedo a hacerlo mal porque me enfrentaba a algo por lo que nunca había pasado. No es lo mismo cantar en un grupo, en el que estás arropada por más voces, que estar sola frente a un montón de personas.
—¿En qué momento se encuentra la canción española?
—Es evidente que en la época de nuestros abuelos lo que más se escuchaba era la canción española. Hoy en día hay más variedad de música, por lo que se amplía la competencia, es decir, ahora resulta más complicado luchar en el mundo de la música con este género. Antes era más fácil, había muchos cantantes dentro del mismo estilo, pero no existía tantos ámbitos en los que competir. No obstante, gracias a determinados programas, la canción española no se reduce tanto a la tercera edad. Hay mucha gente joven a la que también le gusta este género. En cierto modo, gracias al actual “boom” de los programas la canción española ha revivido.
—¿Se cumple en este estilo, propiamente andaluz, lo de nadie es profeta en su propia tierra?
—Es cierto que, desde fuera, parece que la copla y el flamenco están más valorados. De hecho, este año estuve en un concurso en Torrevieja y allí la gente se muestra muy apasiona por la copla. Aunque en Andalucía creo que no existe ningún andaluz que no conozca lo que es el flamenco o la copla.
—¿Cuál es la tendencia que predomina actualmente en este género?
—El “boom” es mezclar el flamenco con la copla como están haciendo ahora muchos artistas como, por ejemplo, Miguel Poveda. No se puede decir que es un palo del flamenco, pero sí tiene ese arraigo andaluz.
—¿Perjudican o benefician a la esencia de la canción española las nuevas versiones “flamenco-pop”?
—En cierta manera, las nuevas versiones que hacen ayudan a que el público más joven se interese por el flamenco. Es una buena forma de que la gente lo descubra.
—¿Alguna anécdota sobre el escenario?
—Tengo muchas como, por ejemplo, pisarme el vestido y estar a punto de caerme en el escenario o quedarme con la mente en blanco en plena canción y tener que improvisar. Luego cuando vine de “Se llama copla” recuerdo que en Martos la gente me paraba, me saludaba y me daba ánimos sin conocerme de nada. Incluso sin ser familia o conocidos míos se sintieron muy indignados de que no hubiera podido entrar en el programa.
—¿Cómo ve actualmente el panorama musical para dedicarse profesionalmente a ello?
—El mundo de la música es muy complicado porque hay muchísima gente con los mismas ganas que tú. Te presentas a cualquier concurso o casting y hay mil o dos mil personas. Pero voy a seguir luchando porque desde muy pequeña tengo claro que lo que quiero es ser cantante. Mi sueño es que alguien me conociera, le gustara y me ayudara a sacar adelante una carrera musical. Me encantaría poder vivir de la música.
—¿Algo que decir a los que la siguen?
—Quiero agradecerles su apoyo, pedirles que sigan estando aquí. Poquito a poco iré subiendo escalones y eso se consigue a través del esfuerzo y de su apoyo. Gracias a todos los que vienen a verme en el escenario.