27 sep 2014 / 08:31 H.
Cualquier obra de envergadura en una ciudad supone inconvenientes y molestias para los vecinos y comercios de la zona. También es cierto que esa remodelación si se hace bien beneficiará al barrio en su conjunto. La importante remodelación de La Alameda suscita ya críticas de vecinos y empresarios del barrio que ven como se pierden aparcamientos cruciales para el negocio y con ellos menos actividad en los mismos. Las molestias por ruidos y problemas de tráfico son casi irremediables en una zona céntrica e histórica de la capital. Una queja distinta es la que hace referencia al momento en que se realizan las obras y la falta de señalización e información en el barrio. Ahí sí que el Ayuntamiento debería ser más diligente para informar primero y solucionar con agilidad los problemas que se generan. En este sentido, que la parte cercana al Colegio Jesús y María no estuviera terminada antes de comenzar el curso escolar es una rémora en el proyecto. Los problemas de tráfico a la hora de llevar a los alumnos al colegio colapsan la zona, al margen de la contaminación acústica que soporta el centro de enseñanza. Otro punto, sin embargo, en el que sí parece estar todo controlado es con respecto al cuidado de bienes culturales y monumentos con protección especial como el Convento de las Bernardas y la Puerta del Ángel. Tanto los responsables de la obra como la arqueóloga refrendan que todo se hace conforme a la ley y que ningún elemento monumental corre riesgo alguno. Cuestión distinta es que se hayan producido retrasos por no contar con los suficientes permisos y que eso haya afectado a la lentitud, “paradas técnicas” y otros problemas de retraso.