Más de trescientos kilómetros a pie
Inmaculada Espinilla
Imagínese un camino que recorre la esencia mediterránea, su historia, sus costumbres, sus bosques y sus aldeas, que alberga la memoria de sus antepasados. Existe. Tiene su origen en Tarifa y su punto final en Atenas. Es el sendero de gran recorrido GR 7, Sendero Europeo E-4. En Andalucía, comunica las provincias de Cádiz, Málaga, Granada, Almería, Córdoba y Jaén a través de, aproximadamente, 1.250 kilómetros de sendero señalizados.

Imagínese un camino que recorre la esencia mediterránea, su historia, sus costumbres, sus bosques y sus aldeas, que alberga la memoria de sus antepasados. Existe. Tiene su origen en Tarifa y su punto final en Atenas. Es el sendero de gran recorrido GR 7, Sendero Europeo E-4. En Andalucía, comunica las provincias de Cádiz, Málaga, Granada, Almería, Córdoba y Jaén a través de, aproximadamente, 1.250 kilómetros de sendero señalizados.
La topoguía elaborada por la Federación Andaluza de Montaña (FAM) reseña que es la columna vertebral del senderismo andaluz y el primer sendero señalizado del Estado español. De la misma manera, el GR (E-4) se ha convertido también en el primer sendero intercontinental ya que pasa de Europa a África.
Concretamente, Jaén cuenta con más de trescientos kilómetros de trazado, que discurren por el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas y las sierras Mágina y Sur, en la provincia solo Despeñaperros se queda fuera. “La idea más romántica del GR es ir con la mochila como maleta en marchas de varios días y durmiendo en los pueblos por los que transcurre, pero pocas personas suelen hacer esta opción”, señala Antonio Vázquez, responsable del Comité de Senderismo de la Federación Andaluza de Montañismo (FAM) y secretario del Club Deportivo La Pandera.
Su opinión se asemeja mucho a la idiosincrasia del Camino de Santiago —que se puede cumplir por tramos y haciendo noche en diferentes puntos—, pero lo cierto es que los grupos más pequeños se decantan por las rutas circulares de un día. Es más, según detalla Vázquez, por lo general, son lineales, es decir, que están pensadas de tal forma que un vehículo deje al grupo al inicio y los recoja al final. Esto tiene poco que ver con los montañeros que dedican su tiempo de vacaciones a recorrer un paraje a pie, sumergiéndose en la historia con esfuerzo y sudor y terminan, al caer la tarde, con la satisfacción de haber superado la etapa. “El objetivo de los grandes senderos es turístico. Se trata de aprender y disfrutar, no solo de la naturaleza, sino que también es importante conocer las poblaciones, las costumbres y el mundo serrano”, señala Vázquez.
El GR 7 (E-4) tiene su origen en el país galo. Tal y como detalla el responsable del Comité de Senderismo de la FAM, Francia había ideado un sendero europeo y fue quien impulsó su entrada en España.
De esta manera, hablar del GR 7 a su paso por Jaén es detenerse en un paraíso que no exclusivamente natural. Sus sendas atraviesan el corazón de sierras y ofrecen paisajes de olivar, de encinas, de cerezos, de cumbres escarpadas y áridas, pero no es lo único. Sus rutas describen la geografía jiennense y, también, el sentir y el modo de vida sus gentes. Por eso, se detiene, también, en su historia, sus leyendas y su arquitectura.
El itinerario pasa por Las Pilas de Fuente Soto, Alcalá la Real, Frailes, Carchelejo, Cambil, Torres, Albanchez de Úbeda, Bedmar, Jódar, Hornos de Peal, Quesada, Cazorla, Vadillo, Cotorríos, Pontones y Santiago de la Espada. Estos son sus municipios, una pincelada que advierte al caminante de lo que irán viendo sus ojos, de todo lo que se avecina. Nacimientos de ríos se adentran en lo más profundo de las montañas y regalan al senderista lo mejor de sus tierras.
Es difícil quedarse con un solo lugar, ya que el trazado del GR 7 trata de ofrecer una propuesta completa. Si embargo, si hubiera que elegir entre los trescientos kilómetros de recorrido, Antonio Vázquez propone algunos lugares que destacan por su belleza. Además del anterior entre Coto Ríos y Pontones, en la Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas, propone el primer tramo del río Borosa —uno de los más recorridos en la provincia—, el área recreativa de Linarejos, el Puente de las Herrerías, y La Iruela y Cazorla, etapa en la que se puede visitar Montesión y la Ruta Templaria. Por su parte, Sierra Mágina también ofrece parajes que deslumbran al senderista, entre ellos, la Serrezuela de Bedmar, Adelfal de Cuadros, Albanchez, Torres, Fuenmayor —sobre todo, en la época de la floración de las cerezas— el puerto de la Mata, cortijo de Prados hasta Matabejid y Cambil. Por último, en la Sierra Sur se encuentran las colas del Quiebrajano, piedra del Palo —con un tramo complicado de roca—, Valdearazo, puerto de Alamillos, Frailes y Alcalá la Real.
La propia esencia del GR 7 implica que cada una de las etapas pueda ser recorrida sin una preparación física alta. De hecho, al ser concebido, en parte, como un recurso turístico, sus rutas son cortas y pueden hacerse en un solo día. Así, no solo son los especialistas los que pueden deleitarse con el contacto con la naturaleza, sino también, personas de toda condición como niños y mayores. De hecho, contempla partes que se pueden hacer en bicicleta. Aun así, Vázquez avisa de que hay tramos sin ningún mantenimiento notificado a la FAM desde el año 1998, por lo que la señalización es escasa y está deteriorada. La página web de la FAM contiene información de estas zonas. Por ejemplo, en el resumen de incidencias se advierte de que la etapa 1 —Puebla de Don Fadrique-Santiago de la Espada existe una dificultad en el paso del Río Zumetas con agua y que la señalización es escasa y de que en la etapa 12, tampoco abundan las guías. No es recomendada por existir varios puntos complicados. En la ribera del río Cambil, la pista llega a un punto donde se ha derrumbado y han modificado la ruta. Ahora hay que cruzar el río y seguir por su margen izquierdo.