Más allá del arco iris
M. J. Velasco / Jaén
El mundo de más allá del arco iris pasó fugazmente por Jaén gracias a la representación de El mago de Oz, en una versión de Miguel Tubía que convierte el cuento en un atractivo y espectacular musical que alegró a grandes y pequeños con canciones y baile.

El mundo de más allá del arco iris pasó fugazmente por Jaén gracias a la representación de El mago de Oz, en una versión de Miguel Tubía que convierte el cuento en un atractivo y espectacular musical que alegró a grandes y pequeños con canciones y baile.
La compañía Mundiartistas unió fuerzas con el dramaturgo Miguel Tubía para concebir El mago de Oz, un musical basado en el cuento de Lynam Frank Braum, que se hizo mundialmente famoso gracias a la versión cinematográfica protagonizada por Judy Garland en 1939. Para la nueva, el papel de Dorita fue asignado a la finalista de la edición de 2006 del programa de televisión Operación Triunfo Idaira. La historia comenzó en la granja de su familia, en el idílico paisaje norteamericano de Kansas, cuando el granjero Henry salió a escena para cantarle al arco iris junto con sus compañeros. Todos ellos trabajan para Enma, la tía de la protagonista, que se llevó un gran disgusto al enterarse de que su sobrina comió sin permiso una manzana de las tierras de su malvada vecina, la señora Gulch.
La niña fue pillada “infraganti” por un duende del manzano que no dudó en seguirla y hacerle pasar un mal rato. Después de un enfrentamiento entre Emma y Gulch, en el que la última aseguró que llevaría a la pequeña a juicio por hurto, se desarrolló la segunda canción del libreto, en la que la antagonista se regocijó de su propia maldad.
La pobre Dorita se agobió mucho cuando se imaginó ante el juez, y el apoyo de sus amigos granjeros, Henry, Hunk y Leoncio no sirvió para consolarla. Por ello, y ante el temor de volver a hacer a su tía infeliz, se fugó de casa para desaparecer durante un tiempo. En su tristeza, la niña cantó una versión traducida del famoso tema principal de la película, Somewhere over the rainbow, que en español fue bautizado Cruzar el arco iris, en cuya puesta en escena, un espectacular baile subido a una tela de Joaquín Fernández añadió emotividad a la profundidad de la letra. En su viaje se cruzó con el profesor Maravillas, un pícaro científico que le ofreció una flor de las estrellas que la ayudó a encontrar su destino, pero la generosidad de Maravillas no acabó ahí, ya que también le prestó los zapatos de rubíes mágicos, que no se podía quitar hasta que se cumpliera el mejor de sus deseos, que tenía que ser bueno para todos. Además, se montó en su Carro Alado de la Osa Mayor, con el que traspasa el arco iris para aterrizar en la mágica tierra de Oz.
Allí se encontró con el hada Glinda, que tenía los rasgos de su tía Emma, que le dio la bienvenida contenta porque su llegada supuso la desaparición de la malvada Bruja del Este, lo que arrastró la pena y la desgracia lejos de su país. En ese momento, hizo acto de presencia la Bruja del Oeste, hermana de la anterior y mucho más maligna, que, al averiguar que Dorita llevaba el calzado mágico, juró venganza y no escatimar en esfuerzos hasta hacer suyos los zapatos. Fue en ese momento cuando la protagonista se dispuso a explorar el reino de la fantasía en busca de aventuras. En su “periplo”, se topó con el impulsivo Espantapájaros, que se unió a su cruzada en busca de un cerebro. También cruzó su camino con Hojalata, que encontró hizo amigos con los que buscar un corazón. Además, se incorporó un león cobarde, que se sumó al trío para aprender a ser valiente. Los tres compañeros de Dorita la ayudaron a encontrar al mago de Oz para que la ayudase a volver a casa y el grupo pasó muchas penurias causadas por la Bruja del Oeste, todas narradas mediante canciones e ilustradas con gráciles coreografías. La obra contó con el propio Tubía encargado del libreto, la música, la escenografía y el vestuario, además de encarnar a tres personajes.