Martina Labella Castillo: 'Me siento muy querida por mis sobrinos y por sus parejas'

Martina Labella Castillo nació el día de Santa Catalina del año 1919. Asegura que, mientras los jiennenses subían al Castillo para degustar las típicas sardinas, su madre estaba dando a luz. Llegó a tener nueve hermanos, aunque algunos fallecieron muy jóvenes —uno de ellos en la Guerra Civil y otro a consecuencia de las intoxicaciones con el aceite de colza—. Sin embargo, Martina es una mujer dispuesta, abierta y cariñosa. Se percibe que durante años estuvo trabajando de cara al público en el negocio que tenía su marido, Ramón Alcalá Cruz, justo al lado de Tejidos Gangas, en la esquina de la Plaza de San Francisco. “Alcalá” fue durante décadas un reconocido establecimiento en el que se podían adquirir vajillas, cuberterías, baterías de cocina y todo lo relacionado con el menaje del hogar. 

    25 sep 2010 / 22:00 H.

    Bien hubiera querido Martina y su marido, que falleció a principios de los ochenta, haber tenido un hijo que continuara con la firma familiar, pero después del fallecimiento de su primogénito, casi al nacer, y de dos abortos posteriores tuvieron que hacerse a la idea de que no se prolongaría la saga. Aun así asegura que se siente muy querida y arropada por sus sobrinos y por las parejas de estos. Fue precisamente a consecuencia de la muerte repentina de uno de ellos cuando sufrió un derrame de córnea. Esto, unido a las cataratas que padece, la “obliga” a permanecer en la residencia Fuente de la Peña ya que sólo distingue bultos y luces de sombras. Asegura que si no fuera por eso, no hubiera salido de su casa.  

    Martina es una mujer coqueta que no aparenta la edad que pone en su carné de identidad. Siempre bien peinada, maquillada y con las uñas arregladas. Es un libro abierto de casi un siglo de intrahistoria de Jaén, de una ciudad y de unas gentes que para muchos ya parecen en blanco y negro.