Marta, allí donde estés

Querida Marta, allí donde estés, observarás impertérrita a los presuntos chavales, muy majos, nobles y sinceros, que acuden de nuevo a pasearse a los Juzgados, a mofarse, presuntamente, de la sociedad española, de la justicia, de las leyes de los vivos, del descanso de los muertos.

    03 nov 2011 / 09:54 H.

    Desde allí, Marta, si hay un después, que presuntamente lo habrá, añorarás, con esa inusitada nostalgia, que mami te tape por la noche, o papi te lleve al cole y te advierta de los malos, presuntos malos, que los hay. Contemplarás cómo algunos se tapan la cara, no por vergüenza, que presuntamente no la tienen, y se dejan melenas rubias, seguro que presuntamente porque les guste el pelo a lo Madonna. Llorarás por tus padres, que seguro (no presuntamente) que no han logrado conciliar tres minutos seguidos de sueño, se llenará tu pe- cho de rabia, contenida, porque desde allí la paz no te deja odiar, solo amar, y te angustiarás al ver a las madres de esos presuntos asesinos, o presuntos colaboradores, o presuntos encubridores. Esas madres que acuden a los platós de programas de cadenas de televisión, presuntamente cobrando cantidades indecentes, por decir que “nunca han perdido el control sobre su hijo, y que su móvil siempre tenía saldo”. Pues sí, su hijo pasa de presunto encubridor a encubridor, quizás la ley considere delito encubrir al encubridor, porque si lo controla en todo momento e hizo algo (presuntamente, por supuesto), usted también presuntamente participó, debido a ese control absoluto. Deberíamos revisar la justicia y englobar, dentro de los atenuantes, incluso eximentes, tener saldo en el móvil. Espero, de todo corazón, presunta madre, que esos 9.000 euros se los gaste en pastillas.
    Francisco J. Peinado es profesor de formación vial