Marsellesa

Las lágrimas afloran cuando veo las imágenes previas al partido de fútbol entre Inglaterra y Francia. Todo el estadio de Wembley en pié cantando la Marsellesa en homenaje a las víctimas del atentado yihadista de París. Europa llora unida ante el terror ocasionado a una parte de sus ciudadanos, asumiendo como propios el himno y la bandera del país agredido.

    27 nov 2015 / 11:50 H.


    Me viene el bochornoso recuerdo de los silbidos y abucheos al himno y la bandera de España en las últimas finales de la Copa del Rey y me siento indignado, porque los que desprecian los símbolos de nuestro país habrán olvidado, o tal vez no han conocido cuántas lágrimas, encarcelamientos, incluso muertes tuvieron que entregar los españoles que lucharon 40 años contra la dictadura para restablecer la democracia usurpada por fuerza de las armas.
    No podemos olvidar las concentraciones y manifestaciones masivas que siguieron a la muerte del dictador. Las descargas policiales de los grises. La firme decisión del Rey para establecer la democracia, nombrando Presidente del Gobierno a Adolfo Suárez. Los Pactos de La Moncloa y el consenso de todas las fuerzas políticas y sociales para llegar a la Constitución y con ella al Estado social y democrático de Derecho español, que propugna como valores superiores la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. Cómo olvidar la intentona de golpe de estado el 23 de febrero de 1981. Al Teniente Coronel Gutiérrez Mellado, un anciano, haciendo frente a Tejero, pistola en mano, mientras el resto de Diputados se tiraban al suelo. La Llamada del Rey al entonces honorable Jordi Pujol, diciéndole, tranquilo Jordi, tranquilo.
    El consenso y la libertad sin ira, que todos cantábamos, han caído en el olvido. El ejemplo español de transición democrática, alabado por la comunidad internacional, ha degenerado en discordia y enfrentamiento, propiciado por políticos corruptos que miran más sus intereses personales y partidistas que el bienestar de la sociedad. Tenemos que recordar de dónde venimos y qué hemos conseguido entre todos. Nuestra reciente historia debe erigirse como asignatura fundamental en la escuela, para que los que han nacido en este Estado de libertades sepan valorar lo que tienen gracias al sacrificio de los que nos precedieron y para que no se dejen arrastrar por las proclamas de desunión y secesionistas de los que han engordado con la sangre de los demócratas. Puede que así nos sintamos orgullosos de ser españoles y de los símbolos que nos unen.
    Enrique Rodríguez García / Jaén