MARJORIE ALEXANDRA TOBAR. "Aquí la mujer cuenta, no está a la sombra del esposo"

MARIAM LÓPEZ RUIZ
El amor hacia los nuestros, puede llevar hasta cruzar océanos y cambiar de continente solo por ayudarlos. De eso puede dar ejemplo Marjorie Alexandra, conocida como Mayo, que después de dejar una vida atrás, emprendió la aventura de venir sola a España para que a su familia no le faltara nada. La suerte la acompañó al encontrar a su marido —que, como dice ella, ha sido su gran apoyo— y al no faltarle nunca un trabajo digno. Su deseo es traer a sus padres a nuestro país, aunque sea para que vean la vida tan feliz y distinta que tiene aquí y, por supuesto, la belleza de nuestro Jaén y sus costumbres. Por mujeres tan valientes y buenas como ella, el reconocimiento y el cariño de la que suscribe.

    14 oct 2012 / 09:24 H.

    —¿Por qué abandona Ecuador y emprende la aventura de venir a España?
    —Llegué a España en 1999. El motivo por el que vine era ayudar a mis padres para que tuvieran un hogar porque, lamentablemente, en mi país, en aquella época, las hipotecas no existían y mi padre tenía todo su dinero metido en el banco para adquirir una, cuando de pronto el banco quebró y perdió todos sus ahorros. Nadie se hizo responsable del dinero extraviado por esa quiebra. Ante la situación familiar, me vine para España y dejé a mis dos niños chicos con mis padres, con la única meta de trabajar para conseguir una casa para mis padres y, al final, lo conseguí.
    —¿Encontró en España lo que buscaba?
    —Realmente yo venía pensando que sería parecido a mi ciudad, porque primero estuve en Córdoba y creía que esta ciudad era un estilo a mi tierra y, al verme sola en otro país, con una forma de vida tan distinta, me asusté, pero, afortunadamente, encontré la caridad de una congregación religiosa que me ayudó a encontrar mi primer trabajo.
    —¿Se sintió rechazada al llegar?
    —Lo cierto es que sí lo sentí en un principio al venir a Jaén. Aquí cierta gente —no toda— te miraba mal, te hablaban con términos despectivos, comentaban que veníamos a quitarles los maridos o a llevarnos el trabajo. Pero, con el paso del tiempo, tu entorno te va conociendo, vas haciendo un círculo de amigos que me acogió y me consideró una jaenera más, y no una extranjera. Te hablo de los primeros inmigrantes ecuatorianos, hoy día no existe este rechazo inicial que vivimos al principio otros.
    —¿Cree que España, y en especial Andalucía, acoge bien a los inmigrantes?
    —Desde mi punto de vista sí. En la época en que yo llegué veníamos sin visado, sin papeles, solo como turistas, y nos quedábamos aquí con el miedo siempre de ser deportados a nuestros países, pero después con el tiempo todo esto se ha regulado mejor y opino que los inmigrantes nos sentimos bien aquí, por la calidad de vida y porque tenemos garantizados derechos fundamentales que se violan en otros países.
    —¿Qué le ha decepcionado de España        y qué le ha aportado?
    —Si te digo la verdad, lo primero que me decepcionó fue la comida las veía todas raras, me sabían mal. Por ejemplo, el jamón no podía creer que se comiera carne cruda, pero ahora me encanta. El aceite de oliva era un producto de lujo en mi país —no al alcance de todos— y que utilizamos por sus propiedades curativas más que para otra cosa. Igual pasa con  las aceitunas, que en mi país son carísimas y claro, como nosotros cocinamos con otro tipo de aceite y con manteca, todo eso aquí me resultaba en principio extraño. Por otro lado, estar aquí me ha aportado, principalmente, una forma de vida que no conocía en mi tierra, y entre otras cosas, la corresponsabilidad en el matrimonio, en el que los derechos y las obligaciones para nuestra casa e hijos son compartidos. En mi país no es así: el hombre manda, es quien tiene el dinero y lo administra; la mujer no.
    —¿Sigue siendo nuestro país, con la situación de crisis económica que atraviesa, el sueño de un inmigrante?
    —Pienso que no, la situación está muy difícil para los propios españoles, cuanto más para los inmigrantes. Muchos han retornado a sus países de origen debido a esta situación. Antes había trabajos que los españoles despreciaban, como estar de interna en una casa, o ser temporeros, entre otros, pero ahora, dada la situación económica, demandan estos puestos que antes no querían. También es cierto que otros han regresado, porque después de trabajar aquí unos años han hecho sus ahorros y vuelven a su país para montar su propio negocio. Por lo tanto, no les ha ido tan mal en España.
    —¿Qué echa de menos de su país?
    —A mi familia, mis padres, abuelos y hermanos, y, claro está, la tierra donde he nacido. Se echan de menos las comidas —aunque aquí puedo hacerlas—, pero, sobre todo, el cariño de los tuyos, a quienes tienes tan lejos de ti.
    —¿Tiene un inmigrante más problemas para un empleo?
    —Yo creo que no, porque en los sitios donde yo he estado no miran si eres extranjera. Distinto problema tiene el que —desgraciadamente— llega sin papeles, que no puede ser contratado. Pero a mi, desde que vine, no me ha faltado el trabajo, primero cuidando a una niña y, ahora, en Jaén llevo varios años trabajando en una empresa de limpieza, “Juma”, y me encuentro muy feliz con lo que hago y el trato que recibo.
    —¿Es su vida actual aquí mejor que en Ecuador? ¿Por qué?
    —Sí. Porque aunque me falte mi familia de Ecuador, he formado aquí la mía. Tengo gente que me quiere, un marido estupendo que me ha dado otro hijo, y me ha apoyado siempre en todo, colaborando conmigo en lo que haga falta, y unos suegros maravillosos, a los que adoro y soy correspondida, son como mis padres, ya que a ellos no los tengo cerca. La forma de vida de aquí me encanta, no tiene nada que ver con la de mi país, sobre todo porque aquí la mujer cuenta, no está a la sombra del esposo.
    —¿Se ha planteado volver a Ecuador?
    —Solo de visita, porque allí tengo mis raíces y lo más importante: mis padres. Pero mi vida ya la tengo establecida aquí y ni mis hijos quisieran volver ni yo los llevaría, porque mi país tiene un gran problema de delincuencia e inseguridad y no quiero eso para ellos.
    —¿Qué opina del mensaje de Ecuador para atraer el retorno de emigrantes?
    —No lo veo claro, pienso que en parte tiene un trasfondo de interés económico y político. Ofrecen beneficios tributarios a la hora del retorno, facilitan el traslado de tus bienes, vehículos, etcétera. Pero tengo entendido que quitan durante unos años el visado para evitar que vuelvas a salir del país. Mi opinión personal es que se busca el retorno de emigrantes que regresen con capital o con una formación académica que no puede obtener allí, para que se invierta en el país de origen. Además, hay próximas elecciones y se busca como sea el voto de los que hemos tenido que salir de nuestro país. De hecho se nos obliga a salir con el papel de votación o, de lo contrario, tenemos que pagar una especie de multa por no haber votado.