MARITÉ RAMÍREZ-SÁENZ GARCÍA. “Lo que más me gusta es sentir que soy útil a los demás”
Olivia Aranda
Marité compagina la fotografía con su trabajo de farmacéutica en el local más antiguo de la calle Martínez Montañés. Allí disfruta atendiendo a clientes que son como su familia.
Marité compagina la fotografía con su trabajo de farmacéutica en el local más antiguo de la calle Martínez Montañés. Allí disfruta atendiendo a clientes que son como su familia.
—¿Cómo comenzó su carrera profesional?
—Estudié Farmacia en Granada. Desde siempre me ha gustado, tenía la vocación desde muy pequeñita, mi padre era farmacéutico. Cuando terminé, me gustaba mucho la nutrición y todo ese campo e hice la Licenciatura en Ciencia y Tecnología de los Alimentos. Esos dos años de la carrera estaba aquí trabajando, así que iba a examinarme y me volvía. Llevo 11 años trabajando en la farmacia y muy contenta, me gusta mucho mi trabajo, me lo paso bien. La verdad es que cuando haces algo que te gusta y lo disfrutas, pues es una satisfacción.
—¿Por qué hizo la Licenciatura en Ciencia y Tecnología de los Alimentos?
—Me gustan mucho las cuestiones en torno a la nutrición, creo que es bastante importante llevar una vida sana y una alimentación equilibrada. Pensé que es algo que demanda la gente, una ayuda diaria para saber si lo están haciendo bien, si comen lo que deben.
—¿Lo aplica en su trabajo?
—A diario se hacen muchas consultas, ten en cuenta que en el mostrador te hacen una gran cantidad de preguntas a lo largo del día y ahí entra la nutrición porque es tan cotidiano como que tienes que comer todos los días y noto que los conocimientos aprendidos se pueden plasmar ahí y pueden ayudar a la gente.
—Supongo que usted cuida lo que come.
—Sí, claro, pero me gusta comer, lo que pasa es que miro lo que como porque creo que es importante, pero no me obsesiona.
—En su familia hay vocación de farmacéuticos.
—Sí, la farmacia la inauguró mi padre en 1962. Ahora es de mi hermano y mía. Los dos desde pequeños queríamos dedicarnos a esto porque nos gustaba el trabajo de mi padre. Estábamos aquí mucho tiempo después del cole y yo creo que eso te gusta o no. Yo me alegro de estar aquí.
—¿Qué le parecen los precios tan elevados que se pagan hoy en día por los traspasos de las farmacias?
—Pues que se ha desorbitado un poco, la verdad es que se ha ido de las manos.
—El farmacéutico es uno de los profesionales sanitarios más accesible para los enfermos. Esto a veces hace que se les acuse de intromisión.
—Yo creo que cada uno sabe hasta dónde puede llegar, hay miles de consultas en el mostrador, a veces son leves y están dentro de mi conocimiento, pero yo derivo al médico a muchísima gente porque no es mi competencia y no entiendo.
—¿Recuerda alguna anécdota?
—Una vez entró una señora pidiendo “agua filosófica”. Yo me quedé pillada, pensando que querría agua mineral. La señora me decía “no, no, el agua esta que viene en un bote y tal…”. Al final me explicó para lo que era y me di cuenta de que lo que quería era suero fisiológico.
—Seguro que conoce muy bien a la mayoría de sus clientes.
—A veces son como gente de mi familia, porque los ves todos los días durante años. El trato es muy familiar y cordial. Muchos clientes te cuentan cosas suyas o vienen con su familia y se crea una relación afectiva.
—¿Qué es lo que más le gusta de su trabajo?
—Sentir que soy útil a los demás, que realmente les estoy ayudando.
—¿Es seguro comprar fármacos por internet?
—No, los fármacos tienen que estar en la farmacia, ese es su sitio. De hecho ha habido problemas graves y serios.
—¿Se automedica mucho la gente?
—Creo que ahora ya hay una conciencia muy grande de que uno no se puede automedicar y que hay que acudir a profesionales que te digan lo que tienes y lo que debes tomarte.
—¿Ha oído hablar de la farmacogenética?
—Sí, el estudio genético para personalizar el medicamento según tus genes. Creo que es algo muy innovador, si se solucionan muchos problemas y supone una mejora para el paciente, me parece bueno, siempre que se utilice con raciocinio.
—¿De dónde le viene a una farmacéutica la afición por la fotografía?
—Desde siempre. Creo que, de pequeña, en las excursiones y comidas familiares, llevaba siempre mi cámara de fotos. Lo que pasa es que quizás nunca encontraba el tiempo para profundizar más en eso. Hace unos 5 años, ya tenía un poco más de tiempo libre y entonces empecé a formarme. Comencé en la Universidad Popular con fotografía plástica todo el año y luego he ido cogiendo cursos cortitos en Granada, Madrid y Jaén. Voy escogiendo cosas que me permiten compaginar mi trabajo con una afición que me gusta mucho. Los fines de semana le dedico bastante tiempo, de hecho, a lo mejor un sábado por la mañana me levanto, cojo la cámara y me voy a hacer fotos de Jaén. O si sé que hay una romería me organizo para ir. Si no llevo la cámara grande, siempre llevo una camarita pequeña en el bolso. Además pertenezco a la agrupación fotográfica Santo Reino. Estoy muy contenta, es un grupo muy majo de gente y hacemos muchas actividades, aprendemos unos de otros, hacemos cursos y salimos a hacer fotografías juntos. Me lo paso muy bien.
—¿Qué le gusta fotografiar?
—Me gusta fotografiar a la gente, el retrato. Me gusta captar la expresión en un momento en que están tranquilos, relajados.
—¿Y qué le dicen cuando los retrata?
—La verdad es que a la gente le gusta mucho, me suelen decir: “Has captado una expresión muy mía”. Eso dice mucho.
—Seguro que hay alguna persona cercana a usted a la que le ha hecho muchas fotos.
—Bueno, a mi familia la tengo frita, a mis amigas también, pero les encanta. Así que disfrutan ellos y yo.
—¿Y a usted le gusta que le hagan fotos?
—No me disgusta, en clase nos poníamos detrás de la cámara y delante porque tienes que saber que no es fácil posar. Además hay un periodo de adaptación de unos 10 o 15 minutos hasta que empiezas a relajarte.
—¿Ha hecho alguna exposición?
—He hecho varias, por ejemplo, en el Colegio de Farmacéuticos, en el Café Akelarre y colectivas. Además he ganado un premio en la Universidad de Jaén y una mención especial en los premios de la estación de autobuses con una perspectiva de la Carrera. Es una satisfacción ganar un premio, siempre es un reconocimiento a tu labor.
—Dígame un fotógrafo que le guste.
—Me gusta Henri Cartier-Bresson. Hay muchos que me atraen, además hay que estar mirando fotografías continuamente porque todo tiene sus tendencias, hay grandes clásicos y fotógrafos más contemporáneos, como Isabel Muñoz, que también me gusta. Veo mucha fotografía e intento ir a exposiciones.
—¿A qué famoso le gustaría fotografiar?
—Me habría gustado fotografiar a la madre Teresa de Calcuta porque creo que era una persona que tenía una gran vitalidad y una fuerza en la mirada, además desarrollaba una labor muy importante.
—¿Y a quién no le gustaría?
—Alguien que no me transmitiera bondad, que tuviera gesto de maldad o la fotografía de guerra, me costaría mucho.