MARÍA LUISA GARCÍA MARTOS: "Cuando empecé, una mujer en seguridad no era habitual"

MARIAM LÓPEZ
Difícil es llegar a ejercer una profesión tradicionalmente masculina, pero más aún lo es alcanzar un puesto de cargo en ella. María Luisa llegó a ser vigilante de seguridad hace 11 años y, poco después, superó a muchos de sus compañeros y llegó a responsable de equipo. Se lo ganó a pulso porque en este trabajo como mujer hay que esforzarse el doble y afrontar mil críticas. Se reconoce valiente y arriesgada y esto le viene de casta, pues muchos en su familia han sembrado en ella ese valor y ese ansia de proteger de una forma u otra, a los demás.

    14 feb 2010 / 11:28 H.

    —¿Cómo llegó a esta profesión y cuánto lleva en ella?
    —La cuestión de la seguridad siempre me ha llamado la atención porque en mi familia  han existido toda la vida personas dedicadas a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, empezando por mi abuelo y mi tío, que eran guardias civiles y fueron de los pocos supervivientes del Santuario de la Virgen de la Cabeza. Luego, mi padre fue policía, mi hermano es policía y otro de mis hermanos también se dedica a la seguridad privada. Yo lo intenté en la Guardia Civil, pero por problemas físicos no pude acceder y me decanté por vigilante de seguridad, porque me gustaba. Y llevo trabajando en esto 11 años.
    —¿Cómo llegó a trabajar como vigilante en la Universidad y qué funciones realiza?
    —Cuando me hicieron la entrevista de trabajo ya me ofrecieron trabajar en la Universidad de Jaén; dentro de ella, hay varios servicios, como el control de acceso a biblioteca, el campus en general y las instalaciones deportivas. Yo comencé trabajando en biblioteca, en control de acceso de personas y salida de libros, porque los estudiantes se ingenian mil trucos para llevárselos a pesar de que están codificados y pasan un detector para evitar su hurto. De aquí, pasé a la vigilancia exterior del campus, donde el trabajo se me hacía mucho más ameno porque no se paraba ni un momento. En un campus entra muchísima gente, desde alumnos, profesores y proveedores y tienes que controlar quién entra y para qué. Luego, no todas las personas tienen acceso a determinados  lugares y tienes que hacer un seguimiento de todo esto. Además, tenía que estar también pendiente de las alarmas de los edificios, controlar aparcamientos, y si se producía cualquier accidente. Era un trabajo de seguridad más global y más gratificante que el que desempeño actualmente como vigilante en las instalaciones deportivas, donde el control está más centrado en el acceso de personas y en el cuidado de las propias instalaciones. Pero es necesario que vayamos rotando cada cierto tiempo en los distintos servicios.
    —Cuando comenzó esta era una profesión casi exclusiva de hombres, ¿no?
    —Sí, la verdad que es una rama en la que el 95 por ciento está formado por el sexo masculino y cuando yo entré, sí tengo que reconocer que tuve bastante suerte porque una mujer en la seguridad privada era algo novedoso. Yo notaba en las sucesivas entrevistas de trabajo que mantuve que tenía más posibilidades que otros por el hecho de ser mujer y la importancia de nuestra incorporación en campos antes reservados exclusivamente para el hombre.
    —¿Sintió, cuando entró a desempeñar este trabajo, un trato distinto entre sus compañeros por ser mujer?
    —Sí, claro.Con mis compañeros tuve al principio mis más y mis menos, sobre todo cuando me ascendieron a responsable pasados cuatro años porque había muchos compañeros que llevaban más tiempo que yo y no les hizo gracia que una mujer estuviera, dijéramos, por encima de ellos. Pero bueno, yo estaba entregada por completo a mi trabajo, me surgió esta posibilidad, me presenté y, la verdad, estoy muy contenta. También tengo que reconocer que una mujer lo tiene mucho más difícil para ascender y tiene que esforzarse y trabajar duro, mucho más que ellos. En la actualidad, como responsable de equipo, además de desarrollar el trabajo que ya he explicado, tengo que hacer un seguimiento de estructura en cuanto al personal a mi cargo, realizar los cuadrantes de servicio para que cada vigilante tenga su turno correspondiente y, si hay alguna anomalía dentro de la instalación, el vigilante me llama para ver cómo actuar, por lo que debo de tomar yo normalmente las decisiones. En definitiva, funciones de organización porque tengo a mi cargo a 16 vigilantes y tengo que estar atenta a todos.
    —¿Qué se necesita para llegar a ser vigilante de seguridad?
    —En principio, tienes que hacer un curso específico. Después, te expiden un diploma y, luego, tienes que presentarte a los exámenes físicos y teóricos. Si se superan, te dan el título homologado por  el Ministerio de Interior para trabajar en la Seguridad Privada.
    —¿Ha vivido alguna situación de riesgo para su integridad en los años que lleva como vigilante de seguridad?
    —No muchas, pero alguna sí. Recuerdo un campeonato de fútbol sala juvenil. Una semana antes vino la Policía para advertirnos de que era un campeonato de máximo riesgo y el día que se celebraba se pasaron a primera hora, pero, como todo estaba en orden, se fueron. Una vez iniciadoo el campeonato la gente empezó a calentarse, a alterarse y a los pocos minutos se montó una pelea tremenda, donde incluso llegaron a sacarse escopetas recortadas. Se avisó a las Fuerzas de Seguridad pero, como no llegaban, tuve que llamar al jefe de seguridad ciudadana, que mandó refuerzos. Viví momentos de gran tensión, sobre todo al sacarse armas de fuego.
    —¿Quiere esto decir que los vigilantes no pueden actuar, ni utilizar defensas?
    —Sí, sí que podemos actuar, pero siempre dentro de unos límites y, si la cosa se complica, debemos llamar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. En cuanto a las defensas. sólo podemos usarlas en casos extremos.
    —¿Se espeta a los vigilantes de seguridad?
    —Depende de las circunstancias, pero sí debo decir que, como mujer, en varias situaciones comprometidas, mis compañeros han salido peor parados que yo. Quizá porque soy muy echada para adelante y no me acobardo en momentos complicados. Tal vez eso impone a quien se te enfrenta.
    —¿Necesitan una condición física determinada?
    —Deberíamos tenerla, porque así se nos exige para poder pasar las pruebas y obtener el Título de Vigilante de seguridad, pero no en todos los casos se mantiene, la verdad. Creo que en este sentido deberíamos tener también un reciclaje, igual que se nos recicla en temas de seguridad cada dos años. Sería importante también que tuviéramos que pasar por un reciclaje físico porque es fundamental para desempeñar bien nuestra función. Muchos vigilantes, una vez pasadas las pruebas físicas y obtenido el título, se relajan y se abandonan físicamente. Esto en determinados servicios con más riesgo es perjudicial para ellos mismos y para la seguridad que deben garantizar a los demás.