MARÍA LONGINA GARCÍA LARA. "Todo se puede conseguir a base de esfuerzo y tesón"

Juana Pastor
María Longina García Lara es hija de Ángel y Andrea, la tercera de tres hermanos, junto a Ángel y José, el mayor. Nació el 3 de julio de 1979, en el municipio jiennense de Peal de Becerro, donde transcurre su infancia a caballo con Valencia, donde tiene que pasar largas temporadas para ser intervenida quirúrgicamente en numerosas ocasiones. Este hecho no le impide desarrollar su vida con total normalidad, recordando con nostalgia aquellos días de verano en los que se podía jugar en las calles del pueblo hasta altas horas, descansando solo para degustar una típica gachamiga pealeña y, cómo no, el bocata de la tarde de “tulicrem”, margarina con azúcar o su favorito, el de tomate, aceite, vinagre y sal. Estudió en el Colegio Público de Nuestra Señora de la Encarnación hasta octavo de EGB y en el instituto Extensión Gil de Zático, ambos de Peal de Becerro. Cursó el Bachillerato por la rama de Ciencias Sociales en el Instituto de FP Sierra de Cazorla y, finalmente, en la Universidad de Jaén, se diplomó en Relaciones Laborales.

    03 jul 2011 / 10:47 H.

    —Desde entonces no ha parado de trabajar, ¿no es cierto?
    —Efectivamente. Siempre en el movimiento asociativo, aunque en diferentes entidades. En 2006 es cuando la entonces Asociación Luna Regional de Sevilla, que ya llevaba creada 6 años, decide fundar en todas las provincias andaluzas la Asociación Para la Promoción de la Mujer con Discapacidad Luna de ámbito provincial. Quedó así constituida la Asociación Luna Jaén, cuya sede se encontraba entonces en un pequeño local del pasaje Navas de Tolosa. A partir de aquí, empecé trabajando como tesorera de manera altruista, mientras que, a la vez, voy trabajando en otras entidades. Pero, en 2009, comencé a dedicarme más en exclusiva a trabajar en “Luna”, y, a la vez que aumenta mi grado de implicación, la salud de la entonces presidenta, María José Jurado Botello, va empeorando, motivo por el que, en noviembre de 2010, dicho cargo pasa a ser ocupado por mí.
    —¿Desde cuándo está la sede en el barrio de La Alcantarilla?
    —Debido al gran volumen de trabajo que desarrollaba la asociación, la sede, además de no estar debidamente adaptada, ya que, por ejemplo, no disponíamos de baño propio y ni mucho menos adaptado, nos vemos en la necesidad de cambiar de local. En el año 2007, el Ayuntamiento de Jaén nos cede uno en la calle Nuestro Padre Jesús de la Piedad, junto a Pilar de la Imprenta. Actualmente, se nos vuelve a quedar pequeño ya que, entre otras actividades, somos centro homologado de formación en el que se imparten los cursos de FPE como el de “Cuidador de discapacitados físicos y psíquicos”s, servicio de orientación laboral y atenciones psicológicas, entre otras.
    —¿Encontró en su recorrido muchas dificultades?
    —Muchísimas, y de diversa índole. Pero eso me ha hecho formarme como persona, endurecerme y madurar, aunque considero que siempre he estado en el lugar correcto en el momento oportuno y he sabido aprovechar las oportunidades que me han brindado aquellas personas que han apostado por mí.
    —¿Cuántas barreras tuvo que salvar?
    —Para mí las barreras, principalmente arquitectónicas, nunca han sido un impedimento, cuando me he rodeado de la mejor maza que existe para derribarlas, la amistad y, cómo no, la familia. Yo tengo la gran suerte de poder presumir de ello y contar con los que para mi, son los mejores amigos que la vida me ha puesto en el camino y la mejor familia con la que he podido crecer. Me viene a la mente cuando tenía que desplazarme al instituto de Cazorla y el autobús no era adaptado, pero ahí estaban ellos para recogerme en mi casa, subirme y bajarme las escaleras del autobús y llevarme al instituto. O, actualmente, cuando, al ir a tomar unas cañas, el local no está adaptado porque hay un escalón para entrar, escaleras para ir al baño o, simplemente, cuando necesitas hablar, llorar o reír. Una vez más, ahí están ellos como siempre y para todo. Gracias a ellos, para mí existen muy pocas barreras.
    —¿En qué consiste su labor?
    —Sigo estando ligada emocionalmente a las funciones de tesorera que desempeñaba anteriormente, pero me centro en aprender todo lo necesario para llegar a ser una muy buena presidenta, sin olvidarse nunca de que las destinatarias de “Luna”  siempre son mujeres con discapacidad y por las que tenemos que trabajar, por lo que hay que establecer una pautas o líneas de funcionamiento para que nuestras técnicas puedan desarrollar su trabajo y poder cubrir las necesidades y demandas de nuestras socias.
    —¿Qué tiempo dedica a la asociación?
    —Existe un horario de oficina de ocho a tres de lunes a viernes, y los martes y jueves, de cinco a ocho. Sin embargo, cuando hay que trabajar duro para preparar cualquier actividad no existe horario y, por supuesto, teniendo una responsabilidad, es difícil desconectar. Pero hay que intentarlo.
    —¿Colaboran con más personas?
    —Nuestro trabajo no sería posible sin las trabajadoras, la junta directiva, las propias socias o las diferentes entidades públicas y privadas con las que trabajamos.
    —¿Qué objetivos se marca?
    —Profesionalmente, como mencionaba antes, ser una buena presidenta y conseguir lo mejor para “Luna”, trabajando en la línea marcada y promoviendo aquellas otras que se encuentran un poco más estancadas. Personalmente, trato de vivir el día a día, y si me marco objetivos, son a corto plazo para poder cumplirlos en las diferentes etapas.
    —¿Considera que pueden ser realizables?
    —Todo en esta vida se puede conseguir a base de esfuerzo y tesón, siempre y cuando mantengas los pies en el suelo y a la hora de marcarse objetivos seas muy realista.
    —Descríbame un día de trabajo en Luna.
    —Es muy difícil describir el día a día de “Luna”, ya que no hay dos iguales. Cada uno es diferente, cada día es una historia de una mujer diferente, una reunión con un organismo o entidad diferente, un proyecto o justificación que entregar a tiempo, un número que no cuadra, una subsanación de defectos, una ley de dependencia que tramitar o un curso que poner en marcha.
    —¿Hemos avanzado para que el trabajo de la mujer con discapacidad encuentre más facilidades?
    —Precisamente para eso estamos las asociaciones, para trabajar en la mejora de la calidad de vida de la mujer con discapacidad y, aunque hemos avanzado en muchos aspectos, aun nos queda mucho por hacer. La mujer con discapacidad empieza a ser visible, a empoderarse, pero existen otras cuestiones como la falta de formación académica o el desempleo.
    —¿Cuentan con ayudas especiales?
    —Aunque somos una entidad sin ánimo de lucro, tenemos que financiarnos de alguna manera, por lo que contamos con las cuotas de las socias y, cómo no, subvenciones de las distintas entidades públicas y privadas, que son las que hacen posible poner en marcha los diferentes proyectos.
    —¿Cuántos son los afiliados?
    —En la Asociación Luna somos doscientas setenta socias, entre mujeres con discapacidad y socias colaboradoras.