MARÍA JOSÉ RODRÍGUEZ SANZ. "Una enfermera con recursos se pregunta ¿por qué no?"

Ana Domínguez Maeso
María José Rodríguez Sanz nació en Granada el 21 de noviembre de 1965.  Tiene un hermano, menor que ella catorce meses, que es un “manitas” porque hace un “montón” de cosas. Su madre fue modista cuando joven y su padre, militar.

    01 jul 2012 / 09:57 H.

    —¿Qué recuerdos tiene de su infancia?
    —Mi infancia fue algo itinerante, pues como mi padre era militar, cambiamos varias  veces de residencia, aunque siempre intentó moverse él y ocasionarnos el mínimo trastorno posible. Recuerdo mi infancia rodeada de los niños de mi pandilla, de varios grupos, la verdad, y no sin dificultad, porque los  cambios de residencia obligaban también a cambiar de colegio y eso crea bastantes problemas a esas edades. Mi madre, mujer independiente donde las haya, en el fondo necesita, psicológicamente, que estén pendientes  de ella, “es la enferma eterna que nos enterrará a todos”.
    —¿Qué estudios realizó?
    —Estudié Enfermería en Granada  en la EUE Virgen de las Nieves —que llevaré siempre a gala— después de venir de Valencia, donde viví casi 18 años. Nada más terminar los estudios, me dieron el primer contrato en la UCI coronaria del Virgen de las Nieves, donde había realizado las prácticas. Posteriormente, tuve un ir y venir de contratos de todo tipo: centros de salud, consultorios rurales y hospitales, entre otros. Todo ello fue configurando la enfermera que soy hoy y de todos ellos guardo un entrañable recuerdo: del centro de salud de Órgiva, Almegíjar, Castilléjar, en el Hospital de Motril, donde organicé la UCI Neonatal; Hospital de Baza, instaurando el Hospital de Día de ORL Pediátrico. También fui supervisora de partos y se organizó el gimnasio de educación maternal. Luego volví a mis inicios en el Hospital Virgen de las Nieves, donde estuve de supervisora de Radiología hasta que, hace cinco años, me trasladé a Jaén, donde trabajo como subdirectora de Enfermería, responsable de diez Unidades de Gestión en los distintos  centros hospitalarios del Complejo Hospitalario de Jaén.
    —¿Cómo es su vida familiar?
    —Después de trabajar, me casé y tuve a mis hijas, dos chicas maravillosas de 18 y 14 años, a las que dediqué y dedico mis días y desvelos. El resto del tiempo lo he dedicado al trabajo, no sé si mucho, eso lo han de decir los demás. Pero sí con mucho esfuerzo por mi parte, porque llevar a mis dos señoritas para adelante y trabajar en el Hospital de Jaén todos los días viviendo en Granada, a mí me cuesta un poco. La conciliación familiar es complicada, tenemos que aprovechar los fines de semana de que disponemos para consolidar los nexos de unión que son claves en mi entorno familiar.
    —¿Cómo organiza su tiempo libre?
    —Como diría mi madre, “entre col y col una lechuga”. Saco mi espacio personal,  tan imprescindible en la vida de todo ser humano, para mis aficiones, como son la costura, la cocina, la fotografía o el teatro. “Una mujer para un pobre” como diría, otra vez, mi madre, que es “maría refranes” y que los  ha heredado todos de su abuela. Soy una tremenda cocinillas. Sobre la cocina devoro lo que cae en mis manos y estoy suscrita a varias webs de gastronomía, aparte de comprar los libros que me puedo permitir. Los fines de semana me dedico a ello y guiso  para mis amigos y familia. Mis mayores fans son mis hijas, sin duda, que son unas excelentes “gourmets”. Me critican todo lo que quieren y les dejo. Y ya van haciendo sus pinitos. La costura la practico mucho, aunque es muy entretenida porque siempre hay algo que hacer aguja en mano y he de reconocer que soy especialista en poner faltas. Herencia materna que era modista y siempre anduvo haciendo algo relacionado con las telas. A la fotografía también le arranco un pellizco al tiempo libre del que dispongo. Suelo ir con alguna cámara encima cuando salgo con mi gente. Disfruto mucho regalando fotografías en las que se vean guapos. De niña, mi abuelo, que era fotógrafo de prensa, me enseñó a revelar en cuarto oscuro y comencé con la bombilla roja, los líquidos y el papel en blanco y negro. Ahora ya utilizo la digital, aunque no dejo la réflex. Lo del teatro se trata de una afición desde pequeña. Cuando iba a Granada, mi padre me llevaba, en el Corpus, a ver los Chacolines, que son unas marionetas de mano y me subía sobre los hombros para que los viera bien porque no levantaba dos palmos del suelo —bueno, ahora no es que levante mucho más—, de ahí mi afición a los títeres. Este año estoy en un taller de teatro en el que hacemos títeres con la técnica “bunrraku” y trabajamos desde el diseño y la fabricación, hasta su total puesta en escena, incluido el guion de la obra, la dirección o los escenarios. Estrenamos en junio en el Teatro Alhambra de Granada. Es un montaje de gran trabajo, solamente en el diseño, la construcción del títere y del personaje. Mis hijas y mis amigos de Jaén me ayudaron mucho. Mi hija menor llegó a venir hasta a los ensayos.
    —¿Cómo concilia su vida laboral y familiar con estas actividades?
    —Mi trayectoria personal y profesional siempre han ido en paralelo y ambas “vidas” las intento dirigir del mismo modo. Desde que Florence Nightingale, la fundadora de la Enfermería, llegó a mi vida en primero de carrera, descubrí que no me había equivocado de profesión, que yo también era una mujer  de recursos, incluso en mi vida privada. Los que haya en cada momento, y si se puede, se buscan más, siempre hay que intentarlo. Al final tenemos que ser conscientes de lo que tenemos y con lo que contamos. Si a todo esto, le cambias la pregunta de “¿por qué yo?” por la de “¿por qué no?”. Seguro que encuentras alicientes para hacer las cosas, para seguir caminando casi sin darte cuenta, encuentras tiempo y ganas donde no sabías que existían. Si le pones ilusión y esfuerzo, pasito a pasito  estás donde ni siquiera te habías propuesto. Solo tengo que mirar atrás y alrededor  para ver todo lo que llevo recorrido y a la estupenda gente que es importante para mí, que, además, me quieren y a quienes quiero y que, hoy por hoy, nos elegimos mutuamente. A pesar de las dificultades de la vida, siempre  me he considerado una mujer afortunada y doy gracias cada día por ello, porque, como decía, esta vez, mi padre —al que tanto recuerdo— “es de bien  nacidos ser agradecidos”.
    —¿Qué aconsejaría a los jóvenes enfermeros, que comienzan su andadura profesional?
    —Como he comentado anteriormente, “La dama del candil” (Florence Nightingale) marcó mi trayectoria profesional. Desde la luz que irradia el candil de este personaje histórico (con todos sus conocimientos) y utilizando al máximo los recursos que tienes a tu alcance, empezando por los tuyos propios, podrás superar los obstáculos y llegar a lo más importante de tu profesión: Dar cuidados de calidad, en cualquiera de los campos donde trabajes.